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El gran punto negro de A Estrada

Un nuevo accidente con un herido en la "rotonda del donuts" coloca este polémico cruce en el centro del debate

En esta pequeña rotonda de entrada desde Santiago confluyen tres viales. // Bernabé/j. Carlos Asorey

La conocida como "rotonda del Donuts", en la confluencia de la rúa Antón Losada Diéguez con las calle 56, volvió a ser escenario ayer de un nuevo accidente de tráfico. En esta ocasión se vieron envueltos un Seat Ibiza y una moto pilotada por un menor de edad. Este sufrió heridas tras la caída y tuvo que ser trasladado al centro hospitalario por la ambulancia del 061, aunque en principio su estado no revestía gravedad.

Este accidente ha vuelto a poner en el punto de mira el considerado como gran punto negro de la circulación en el casco urbano estradense. Este lugar deja cada año un larga lista de golpes entre vehículos, aunque en la mayor parte de ellos no hay que lamentar heridos de gravedad debido a las velocidad a la que se producen.

Personas conocedoras del caso señalan varios factores que confluyen para convertir ese cruce de viales en el más problemático del casco urbano. Uno de ellos es la falta de visibilidad. En torno al 90% de los accidentes tienen implicado a un vehículo que llega a la rotonda desde la Avenida de Santiago. Desde ese punto es imposible ver si llega algún coche subiendo por la calle 53 y menos si la finca que hace esquina está sin desbrozar. Esta falta de visibilidad, unida a la confianza, provoca que en muchos casos los coches de ambas direcciones lleguen al punto con una velocidad demasiado elevada y sin margen de maniobra.

Otro de los factores que apuntan es la rotonda de reducidas dimensiones que justifica el dulce nombre dado por los vecinos. La rotonda es tan pequeña que pierde su función para convertirse en un cruce puro y duro en el que es muy complicado precisar preferencias e incluso saber cuál de los vehículos entró antes en la nombrada rotonda. Cabe señalar en este sentido que en el resto de rotondas del casco urbano, todas ellas de mayores dimensiones, los accidentes son mínimos y se deben más a despistes, mientras que en este punto en concreto son anormalmente habituales.

Por último estaría la confianza de los conductores, muchos de los cuales no realizan la necesaria reducción de velocidad al acercarse a la rotonda ni hacen correctamente el ceda al paso a pesar de conocer la peligrosidad del cruce.

La solución más rápida pasaría por una ampliación de la rotonda para dotarla de una tamaño que obligase a reducir la velocidad a los coches y al mismo tiempo permitiese ganar espacio entre ellos.

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