El proceso de humanización y peatonalización de la trama urbana es uno de los asuntos que más debate político y social está generando en Lalín cuando el mandato no acaba más que comenzar. La famosa retirada de la valla colocada por el cuatripartito los fines de semana entre Principal y Loriga para cerrar al tráfico parte de la primera rúa y la segunda para instalar otra con el mismo fin es, aparentemente, un asunto sin más recorrido. Pero para la oposición este gesto implica que el actual gobierno dará marcha atrás y cortará de raíz el corte del Kilómetro 0 los fines de semana y permitirá, salvo cuando haya eventos que así lo justifiquen -así lo indicó en público en varias ocasiones desde su toma de posesión- el regreso de los coches a las principales calles de la trama urbana.

Una moción de Compromiso por Lalín (CxL), con un argumentario aparentemente peregrino -apoyar la voluntad de la Xunta de avanzar en los procesos de peatonalización en las urbes- motivó que el debate sobre el modelo de núcleo urbano del futuro inmediato saltase de nuevo a la palestra. El edil Rafael Cuíña dijo que el anterior ejecutivo tomó estas decisiones por entender que serían satisfactorias para negocios y conjunto de la ciudanía, máxime cuando el plan de comercio de la AED -pagado con fondos municipales- iba en esa dirección y, al mismo tiempo, recordando que quizá no exista una villa como Lalín con 600 plazas de estacionamiento gratuito a un minuto del centro caminando. "Están volviendo a un modelo caduco desde el punto de vista social y nuestro modelo no gustaba a todo el mundo, pero hay que mirar hacia delante", dijo. Francisco Vilariño (BNG) arrancó su intervención diciendo que no respaldaría la moción de Compromiso por referirse a una propuesta del gobierno gallego, pero enfatizó que el equipo del alcalde, José Crespo, yerra al pretender devolver los coches a las calles y restar espacio para las personas. "Es una huida hacia el pasado, un modelo arcaico y revanchista", apostilló, antes de citar que en cuatripartito solo cerraba al tráfico los fine de semana "una calle y media". "Desconozco un solo partido político que apueste por meter los coches en el centro, también en concellos mucho más pequeños. Está demostrado que la peatonalización mejora la calidad de vida de los vecinos y revaloriza inmuebles y negocios". Ya con la edil de Comercio, Karen Fernández, como objetivo, dijo que este verano hubo cortes de calles casi a diario por la instalación de colchonetas y preguntó si antes se podía cortar una rúa para un desfile de un negocio o montar una manifestación contra el gobierno por cerrar al tráfico calles para pintar la señalización. Alba Forno (PSOE) apuntó que con procesos de humanización se avanza como villa y no teniendo más coches en las calles.

El alcalde, consciente de que la oposición trataría de estirar el chicle con lo que considera la primera y más desacertada decisión de su gobierno, dejó entrever que no estaba dispuesto a pegarse un tiro en el pie y vaticinó que si a día de hoy se hiciese una encuesta entre toda la población lalinense, la mayoría se mostraría en contra de la peatonalización. "Claro que tenemos un modelo de villa y dentro de cuatro años ya se verá", exclamó en alusión al dictamen de las urnas del siguiente mandato. Crespo recordó que en el año 2000 apostó, porque así lo creía firmemente, en peatonalizar las calles del corazón de la trama urbana y para tratar de convencer a los comerciantes de que su medida era positiva los llevó a ciudades como Ourense para que conociesen modelos de rúas sin coches. Tras un período de prueba, en el que se llegó a cortar al tráfico Principal desde la fuente de los caballos, se volvió atrás al recibir quejas de comerciantes, contrarios a este modelo. "Cada concello tiene que tener lo que quieran los vecinos y los gobiernos no imponer y en este caso les aseguro que incluso hay más quejas en el rural que en el casco". Fruto de la presión vecinal, dijo, solo se peatonalizó Praza da Igrexa y Colón, en 2002. Cuíña dijo respetar que cada gobierno aplicase el modelo en el que creyese y también que se contase con la opinión de los vecinos, pero un ejecutivo tenía que tomar decisiones. Preguntó al alcalde si también consultó a la ciudadanía cuando creyó que se podía gastar 12 millones de euros en el nuevo consistorio.