Explosión de setas en pleno agosto

Las variedades de boletus proliferan por toda la comarca, gracias a las temperaturas suaves y a una mayor humedad del suelo -Adelantan la época en poco más de un mes

Un recolector de setas, con el cesto casi lleno. // Bernabé/Javier Lalín

Un recolector de setas, con el cesto casi lleno. // Bernabé/Javier Lalín

Lalín

A grandes rasgos, las jornadas de verano en Deza con termómetros a más de 30 ºC, sin brisa y con tormentas puede contarse con los dedos de una mano. La culpa la tiene el jet stream, la corriente de aire en la atmósfera que provocó durante semanas temperaturas demasiado suaves, más propias del otoño, y alguna que otra tromba de agua que, nunca mejor dicho, aguó las vacaciones a más de uno.

Pero el cambio climático, al menos, tiene una cosa buena. La humedad que mantiene el suelo gracias a una primavera que no fue excesivamente lluviosa pero que sí regaló aguaceros, junto a un verano que, como decimos, no puede calificarse de seco, facilita que desde hace semanas en varias fincas proliferen setas, sobre todo las distintas especies de boletus. En realidad, las setas pueden darse casi a lo largo de todo el año, pero el de este estío es realmente curioso.

Una de estas explosiones de setas pueden contemplarse en parcelas cercanas al santuario de O Corpiño. El farmacéutico Alberto Granja, experto en micología, explica que a esa humedad que atesora el suelo se suman unas temperaturas agradables para que el boletus, que suele ser más habitual en primavera pero que también es muy oportunista, decida brotar con tan buenas condiciones. "Las setas funcionan en base a la temperatura, y de ahí que si desciende el termómetro y sube la humedad, sea el momento de que fructifiquen".

En condiciones meteorológicas normales, es decir, si el clima se guiase por el mismo patrón que tenía hace 20 ó 30 años, las setas comenzarían a salir en septiembre, cuando el verano toca ya a su fin, la canícula de agosto ya ha pasado y las noches, que son más largas, dejan tras de sí un halo de rocío sobre el suelo.

Por el momento, ya son varias decenas de amantes de estos bocados los que decidieron cambiar la toalla y el bronceador por el típico cesto de mimbre y lanzarse al monte. En las fincas próximas a O Corpiño lo que más abundan son Boletus aestivalis, Boletus aereus y Boletus calopus. Quien las ha probado ya dice que su sabor es delicioso, tan bueno o incluso mejor que en temporada, pero que varios ejemplares presentan larvas.

El Boletus aestivalis o boleto reticulado de verano es quizá el menos raro en estas fechas, porque se da, como su nombre indica, entre finales de primavera y finales de verano. Su hábitat favorito son los bosques de frondosas como castaños, encinas o robles, aunque también puede darse entre coníferas. En cuanto al Boletus aereus u hongo negro, guarda cierta similitud con los anteriores, y es un hongo tempranero, desde que arranca el verano hasta el otoño, aunque también se da en primaveras lluviosas. Por último, el Boletus calopus tiene un sabor amargo, y de ahí que está a medio camino entre un comestible dudoso y la posible toxicidad. Su sabor a veces ni desaparece con una cocción prolongada.

A primera vista, la temporada amenaza con ser muy buena en cuanto a boletus. Habrá que aguardar a ver qué ocurre con el resto de variedades, mirando al cielo y al suelo también.

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