-¿No extraña su época en la clínica de doctor Rapariz?

-Alguna vez lo pienso. Lo que pasa es que yo no tenía estudios pero aquello me gustaba mucho. De hecho, mi hija Susana hizo la carrera de Medicina con la idea de poder algún día trabajar en la clínica. Susana siempre tuvo muy clara su vocación y a final se hizo ginecóloga. Era un trabajo que, por supuesto, no tenía nada que ver con la zapatería. Mi marido era el que hacía las radiografías como ATS y nosotros, porque había dos chicas para los enfermos, nos dedicábamos a lavar a los enfermos y ayudar también en quirófano. Date cuenta de que en aquella clínica se atendían a accidentados. Incluso Luis era el que les ponía los yesos y todo, y yo estaba con él para echarle una mano.

-¿Qué fue lo que más le gustó de su etapa sanitaria?

-El trato con la gente es muy distinto al que puedes tener, por ejemplo, con la clientela de una zapatería. Recuerdo que éramos muy respetuosos con todo el que entraba porque en aquella clínica se trabajaba mucho. Había noches durante las fiestas que no íbamos ni a cama por culpa de los accidentados que había que atender. Yo creo que cada día había de diez a doce enfermos en una clínica con dos camas y, después, la consulta privada del doctor.

-Cerrada la tienda de la esquina de Alcalde Ferreiro, ¿qué va a pasar con la zapatería Lovi?

-Yo me voy a jubilar pronto y Luis ya lo está. Cumplo 68 años el próximo mes de diciembre, así que la idea es alquilar el bajo de la calle Wenceslao Calvo Garra o traspasar la tienda si es que aparece alguien que quiera seguir al frente de la tienda. Es evidente que no hay continuidad familiar porque mis dos hijas ya tienen su vida hecha. De todas formas, sí te puedo decir que ya vino gente a la tienda a preguntar para seguir con las marcas que trabajamos nosotros. Quedamos de hablar sobre el asunto, pero de momento no está nada cerrado, así que habrá que seguir adelante hasta que llegue el día de tomar una decisión definitiva sobre el futuro. Como digo, con mi marido jubilado y yo a punto de estarlo, ahora toca mantener el comercio y seguir trabajando a la espera de que alquilemos el local o encontremos a alguien con ganas de coger el traspaso.