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Teresa Orjales Vidal: "En Lalín aprendí a divertirme porque allí me dejaron ir por primera vez a una verbena"

"Mi abuelo, Enrique Vidal Abascal, era siempre ejemplar no tanto por lo que decía, sino por cómo se mostraba"

La diplomática Teresa Orjales posa en un típico mercado sabatino de la ciudad de Tallin.

Enrique Vidal Abascal fue nombrado Hijo Adoptivo de Lalín en 1964 después de haber dejado una impronta en la vida de la cabecera comarcal dezana como destacado científico y artista vocacional perteneciendo a una familia cuyas amistades incluyeron a personajes como Ramón Aller o Laxeiro. En su domicilio de Lalín su nieta Teresa Orjales Vidal, a la que sus allegados conocen como "Tata", vivió unos años inolvidables tal y como reconoce para FARO DE VIGO desde Tallin, la capital de Estonia, donde es la embajadora de España. La diplomática atiende la llamada de esta Redacción instantes antes de asistir a una ceremonia en "recuerdo de los muertos de la época comunista", apunta Orjales.

-¿Cómo fue su relación con sus abuelos que vivían en Lalín?

-Yo comía todos los días en casa de mis abuelos de Lalín, aunque vivía en Santiago. Date cuenta que soy la nieta mayor y, por lo tanto, tuve la suerte de vivir mucho con mis abuelos y pasé muchos veranos en Lalín. Mi abuelo se murió cuando yo ya estaba destinada en Helsinki. Yo viví mucho con ellos porque soy la única nieta que estudió en Santiago cuando todavía estaba mi abuelo en Lalín. Todos los días durante casi seis años comía con ellos en su domicilio de Lalín.

-¿Qué recuerdo conserva de Enrique Vidal Abascal?

-Mi abuelo era una persona de pocas palabras pero enormemente cálida y muy profunda. Era un romántico comprometido con todo lo que hacía; comprometido con Galicia; comprometido con la universidad; comprometido con su familia; comprometido con su mujer y muy sensible e inteligente. Recuerdo que valoraba mucho la inteligencia. Él siempre decía que al final con la inteligencia se comprenden muchas cosas. Era una persona que, quizá no tanto por lo que decía, sino por cómo se mostraba era siempre ejemplar.

-¿Cuál era el ambiente que se vivía en aquella casa de Lalín?

-Como te decía, yo pasé muchos veranos en Lalín, en la que era la antigua casa de mi abuelo, una casa que ya no existe. En donde, fíjate, en la parte de abajo del inmueble estaba lo que entonces era la oficina de Telefónica. Yo jugaba con los cables de los teléfonos en una época cuando se ponían las conferencias. Yo siempre digo que en Lalín, en la casa de mis abuelos, yo aprendí a divertirme porque fue donde me dejaron ir por primera vez a una verbena. Es una frase que digo mucho porque fue lo que le contesté a mi madre cuando me preguntó qué tal en Lalín. Tengo un recuerdo, también, de unos robledales maravillosos, de las ferias y de una casa donde estaban unas tías mayores con las que tomábamos caramelos de todo tipo.

-¿Es cierto que Vidal Abascal era un hombre que tenía muchas anécdotas sucedidas en Lalín?

-Es cierto. Por ejemplo, mi abuelo cuando quería decir que alguien listo pero no trabajador soltaba la frase de que hay muchos listos en el Casino de Lalín. También solía contar, que no sé si es verdad, que en un examen de Selectividad y que alguien que no sabía nada se le acercó para decirle que era de Lalín por si acaso. Nos hablaba muchísimo de Don Ramón o de Laxeiro, así que Lalín estaba muy presente en nuestras vidas siempre. Él tiene una doble faceta, que son las de matemático y artista, y esas dos las cultivaba en Lalín mediante su amistad con esos dos personajes.

-¿Se vivía mejor en Lalín o ahora como embajadora?

-Nosotros vivimos muy bien porque desempeñamos el trabajo que nos gusta hacer. Ya digo que en Lalín fui muy feliz, pero esa fama que tenemos los diplomáticos no es real porque también tienen fama los profesores de tener muchas vacaciones y no es para tanto. Yo creo que cada trabajo tiene sus características específicas. Ya sabes lo que pasa, que cuando parte de tu trabajo son las relaciones sociales a mucha gente le parece que es una labor muy divertida. También te puedo decir que puede ser muy aburrido, muy estresante y enormemente intenso porque no siempre es entretenido ir a un acto nocturno, por poner un ejemplo habitual.

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