A Estrada acaba de perder a la centenaria Carmen Conde Présaras, la maestra que formó a generaciones y generaciones de estradenses. Falleció el Jueves Santo a los 102 años. Su inhumación tuvo lugar ayer en Santa Cristina de Vinseiro, donde se crió, y el funeral por su eterno descanso se oficiará a las 20.00 horas de mañana en la iglesia de A Estrada.

Será la despedida a una mujer de profundas convicciones democráticas cuya relevante labor docente suscitó diversos reconocimientos a su trayectoria en los últimos años. En 2007 recibió el premio de la Fundación Iniciativas 21; en 2012 el reconocimiento de la asociación Avelina Valladares junto a otras cuatro mujeres destacadas entre las que figuraba la empresaria María Martínez con motivo del Día de la Mujer; y en 2015 el Salmón de Oro de A Estrada en el marco de la Festa do Salmón. Pero los reconocimientos a su figura habían comenzado mucho antes: ya en la década de los 70, concretamente en 1973. Entonces, los vecinos de la parroquia estradense de Lagartóns a los que había formado en su escuela unitaria le rindieron un emotivo homenaje que todavía le emocionaba al recordarlo para FARO en 2007. Era el justo reconocimiento a una maestra que, con la semilla de la educación, había contribuido a sembrar el progreso de una parroquia a la que llegó cuando era extremadamente pobre. Con satisfacción y amor valoraba décadas después cómo aquellos a quienes tuvo en sus aulas forjaron con su trabajo las bases del progreso y la prosperidad futura de Lagartóns.

Nacida en Buenos Aires el 10 de enero de 1917, Carmen era hija de padres emigrantes. Se crió en Frende (Vinseiro), en el seno de una familia humilde pero estuvo marcada por las ansias de superación de su madre y la influencia de sus maestros Plácido Castro y Dolores Alfonsín Castro -su “segunda madre”- que le impulsarían a estudiar una carrera. Ingresó en la Escuela Normal de Magisterio con solo 14 años, viviendo así la “mejor época” su vida. Impregnada por el ambiente y el ideario de la República, solía ir con su abuela a los mítines de las sociedades agrarias en 1936. Pero la Guerra Civil le “partió el eje”. Se vio obligada a mentir sobre el banderín galleguista que llevaba en su solapa, diciendo que para ella era solo la Cruz de Santiago, para lograr la recomendación de “afecta al Régimen” que le permitiría ejercer la docencia. Fue maestra en A Veiga do Bolo, Pardemarín, Codeseda, Lagartóns y Pérez Viondi, contribuyendo a la formación de niños y adultos con escasos recursos llegando a comprar el material de su propio bolsillo si era necesario.

Mujer de fuertes convicciones democráticas, ya viuda de Jesús Vieites, recordaba la llegada de la democracia y el fracaso del golpe de Estado del 23-F como los momentos más felices de su vida, junto a los que ha compartido con sus tres hijos, ocho nietos y varios bisnietos. Mujer modesta, solo presumía de nietos, que la idolatraban. “Los habrá tan buenos pero mejores no”, solía asegurar. Con ellos disfrutó de numerosos viajes. “Al que no le guste leer, viajar ni comer fruta no merece ir al cielo”, indicaba ante los medios el 10 de enero de 2017, cuando el alcalde y el teniente de alcalde le entregaron un ramo de flores por su cumpleaños centenario. Leía el periódico a diario y afrontaba el desafío de completar los crucigramas. Tal vez ahí, en el ejercicio de la lectura que la apasionó desde muy niña y que nunca abandonaría, radicaba buena parte del secreto de la lúcida mente de Carmen Conde. Sus ojos brillaban con fuerza cada vez que hablaba de los suyos, su mayor tesoro.