Cinco empresas gallegas e investigadores de la Universidad de Vigo han formado equipo para desarrollar un proyecto de predicción y mejora de los sistemas de climatización geotérmica que, por primera vez, analiza también la influencia de los pozos de extracción en la salida del gas radón desde el subsuelo hasta la superficie. El proyecto parte de la idea de que para subir, el radón utiliza fracturas en el granito como camino preferente, y dado que el sondeo de geotermia es algo similar a una fractura, se trata de determinar si funciona también como vía de salida del gas.

La importancia de esta parte del estudio, que se desarrollará de forma experimental hasta septiembre de 2020 con un presupuesto de 819.200 euros, radica en su impacto sobre la salud. De hecho, de confirmarse que los sondeos funcionan como caminos preferentes en la difusión del gas, las instalaciones de climatización tendrían en cuenta este factor para evitar o minimizar la concentración en el interior de las viviendas: "Disponiendo adecuadamente los sondeos de geotermia, podemos hacer que parte de ese radón no vaya a la casa, sino a las bocas de los pozos de extracción", explica el investigador principal del proyecto y catedrático del departamento de Ingeniería Mecánica y Motores Térmicos y Fluidos de la UVigo, José Fernández Seara. De ser así, se podrían mitigar los efectos dañinos por concentración del gas radón en las viviendas que, tras el tabaquismo, es la segunda causa de cáncer de pulmón.

El proyecto, bautizado como Geo4radon, tiene su origen en la UVigo y está liderado por la constructora ourensana Extraco, a la que se suman la lalinense Megodeza, Conexiona, Galaicontrol y Renga Enerxía. Arrancó en abril de 2018 y está previsto que finalice en septiembre de 2020. Por tratarse de una iniciativa que prevé mejoras en los sistemas de climatización geotérmica, la Axencia Galega de Innovación Cenectapeme le ha concedido una subvención de 444.320 euros cofinanciados en un 80% por Fondos Feder de la Unión Europea.

El proyecto se presentó el lunes en el campus de Ourense. José Fernández Seara destacó que su objetivo es mejorar los sistemas de climatización con bomba de calor geotérmica, por ser estos actualmente "los más eficientes y los más fiables desde el punto de vista energético, económico y de reducción de emisiones de CO2". De hecho, son los más habituales en el norte de Europa, pero no el sur, donde "su implementación choca con la barrera de los costes asociados a la captación de la bomba de calor".

El proyecto desarrollará cuatro líneas de investigación, las tres primeras centradas en la mejora de los sistemas de climatización geotérmica, y la cuarta en la influencia de los sondeos en la difusión del radón. Así, las mejoras se abordarán desde tres vías: mediante el estudio de la influencia entre sondeos y campos de captación; a través de la utilización de otras energías renovables como la solar térmica y aerotérmica para la recarga del terreno y su incorporación en el circuito de captación, y el desarrollo de una bomba de calor geotérmica de alta potencia que permita utilizar altas temperaturas en el sistema de captación que actualmente no existe en el mercado. El estudio incluye una parte teórica y el desarrollo de un 'software' para realizar predicciones, pero será principalmente experimental, con la construcción de tres instalaciones para analizar su comportamiento real.

Muy presente en Galicia

Fernández Seara explicó que el desarrollo de esta iniciativa en Galicia es relevante por que el subsuelo está fundamentalmente compuesto de granito. Esto es positivo para las instalaciones de geotermia pero tiene su lado negativo, ya que el granito contiene uranio que, por desintegración natural, produce el radón que sube por difusión a la superficie. Si la salida está abierta no hay problema porque el gas se disipa en la atmósfera, pero si encima hay una construcción se acumula debajo y acaba entrando en el interior a través de fracturas en el hormigón, canalizaciones de saneamiento o ventilación. Estas concentraciones son muy altas en Galicia, donde el 11% de las viviendas presentan más de los 300 Bq/m3 fijados por la OMS como nivel máximo aceptable, y el 49,3% superan los 100 Bq/m3, que es el baremo de referencia.