Las campañas de sensibilización entre la población para rebajar el volumen de basura, tibias o inexistentes en muchos concellos de las comarcas, no han dado el resultado esperado. Estos municipios tampoco se escaparán a la férrea normativa europea que está llamando ya a la puerta y cuya aplicación es de obligado cumplimiento, en principio ya para 2020, para los países de la UE. Aquellos que no sean capaces de incrementar su volumen de reciclaje se enfrentarán a multas. La regla de las tres erres (reducción, reutilización y reciclaje) cobra más vigencia que nunca y de un modo u otro los ciudadanos deben tomar conciencia de lo que también es, desde hace años, un problema de índole medioambiental.

Sirva como ejemplo que hace ahora un año el gobierno lalinense avanzaba que los pobres índices de reciclaje que hay en el municipio obligan al Concello a pagar al año más de 500.000 euros a Sogama por el tratamiento de la basura. A esta cantidad, evidentemente, hay que añadir el coste de la recogida que gestiona una empresa privada. Este territorio no es una excepción de, no solo el deficiente reciclaje, sino también de los bajísimos índices de separación de la basura en origen. Así, es muy frecuente que la llamada bolsa negra no sea capaz de reducirse y ver en los contenedores de orgánico todo tipo de desechos de plástico, vidrio o cartón, que tienen recipientes específicos.