Del mismo modo que la Audiencia Provincial acepta ahora el tope máximo de condena de 25 años que proponen las defensas, en su momento se acogió a los 58 años de cárcel que pedía la Fiscalía tras el juicio de noviembre de 2013. La acusación pública hizo especial hincapié en que Carmen Reboredo no actuó sola, pese a que en sus declaraciones esta exculpaba a su esposo y se hizo responsable de prender fuego a la vivienda y matar a golpes a su hija Sonia, de 22 años. En la casa se hallaron tres bombonas: una en el sótano y otras dos en el salón y la primera planta. La Fiscalía incidió en que la intención de la pareja era que nadie saliese vivo de la vivienda, y veía incongruencias en la intención de suicidarse de Reboredo tirándose a una fosa de purín que no la cubría del todo, y en la que fue hallada junto a su marido. En la vivienda residían también Amador Quinteiro, de 83 años, un antiguo empleado que murió asfixiado durante el incendio. Lograron salir Erundina Lalín y Manuel Reboredo, madre y hermano de Carmen, de 89 y 56 años, respectivamente. Fueron realojados en una residencia de Outeiro de Rei, donde fallecerían en febrero de 2013 y octubre de 2012, respectivamente.