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Silleda, un cruce con historia

La población, que existía en el siglo X, se formó en torno a la intersección de las rutas a Santiago desde Ourense y O Ribeiro

El cruce de Silleda en el siglo XX desde la N-525, podría corresponder a la década de 1960. // Fotos: Asociación Amigos de Silleda

Las vías de comunicación, sean marítimas, fluviales o terrestres, explican no sólo la génesis de una población, sino también su emplazamiento, desarrollo, modo de vida, actividades económicas, etc. Las ciudades y los caminos estuvieron íntimamente vinculados desde sus orígenes, porque todo camino, que unía dos o más ciudades, era considerado una fuente de riqueza. Así, hay pueblos eminentemente comerciales e importantes debido al hecho de ser origen o término de una vía o estar ubicado en un punto estratégico de la misma. Otros, dentro de una comarca, detentan la capitalidad cultural y económica debido al roce continuo de las distintas gentes que recorren sus caminos y les dejan en herencia, no sólo una economía de cambio, fuerte y saneada, sino también un bagaje cultural enriquecedor. El desarrollo de una región está en relación con su sistema de comunicaciones. A través de los caminos, no circulan solamente las personas, sino todo lo que con ellas viajan: ideas, bienes materiales, culturales, costumbres, modas, formas de vida, etc. Y esto, o algo similar, es lo que ha ocurrido durante siglos en Silleda.

El Imperio romano, a lo largo de los siglos I y II d.C., construyó en España sus famosas vías de comunicación terrestres llamadas calzadas, con el objetivo de vertebrar todas las provincias con fines militares, económicos o comerciales. En la Península se construyeron vías que la atravesaban de Norte a Sur y la unían con Roma a través de la actual Francia. Por citar algunas, tenemos la Vía Hercúlea, que recorría la costa del Mediterráneo de Cádiz a Narbona; la Vía de la Plata, que nacía en Emerita Augusta (Mérida) y llegaba hasta Asturica Augusta (Astorga). En época de Augusto, esta vía fue ampliada hasta Galicia. Estas grandes vías se complementaban después con otras menos importantes (ramales), que unían las principales ciudades y capitales.

Galicia, en la Edad Media, sobre todo desde el siglo IX, con motivo del descubrimiento del cuerpo del Apóstol Santiago y el auge del monacato, se vio surcada por multitud de caminos que conducían a Santiago, capital de Galicia y espiritual de España. En la España del XVIII, al conjunto de las calzadas romanas y caminos medievales, le siguieron los caminos reales, que unían las poblaciones más dispersas dentro de áreas geográficas más reducidas y posibilitaban la mejora de las comunicaciones. Y en el siglo XIX surgieron las modernas carreteras y viaductos con mayor capacidad para el tráfico rodado.

A lo largo de estas vías (caminos, calzadas, ramales...) se iba asentando la población, dando lugar, sobre todo en los cruces, al nacimiento de núcleos. Estos asentamientos eran mayores en los lugares donde confluían o se cruzaban dos caminos. Y este es el caso de Silleda, que, ubicada en el centro de Galicia, se formó en torno a un cruce de dos grandes caminos que se dirigían a la cercana Compostela. Uno era el antiguo camino que, viniendo de Ourense y Lalín, pasaba por el puente viejo de Taboada y seguía a Santiago por Chapa y Ponte Ulla. Otro, procedente de la Castela de Ourense (O Ribeiro) y O Carballiño, pasaba por Silleda y se dirigía a Carboeiro, Ledesma, Boqueixón y Sar, ya en Santiago. Ambos caminos se cruzaban en Silleda, muy posiblemente, en la zona del cruce actual.

Estos caminos se mantuvieron, si bien sufrieron modificaciones. En el siglo XVIII, sobre la antigua calzada romana se construyó el primer Camino Real de Castilla a Santiago por Ourense (Ourense-Santiago). Y, hacia 1870, la carretera Ourense-Santiago, N-525, puesto que se aprovechó prácticamente todo el trazado. En todos los casos, Silleda siguió siendo lugar de paso y confluencia de caminos.

Restos en Taboada y O Foxo

De estos caminos, uno de los trozos mejor conservados es el que se encuentra en Taboada, a ambos lados del puente viejo, al que llamamos romano, pero que en realidad es románico. Fue construido en el año 912, según consta en la inscripción grabada en una roca, situada en el margen izquierdo, a la salida del mismo en dirección a Silleda. Es el mejor exponente del camino en la zona y una de las obras arquitectónicas clave de la comarca. Otro de los tramos del que quedan restos bien visibles está en O Foxo, donde podemos ver la todavía llamada calle, empedrada, y a ambos lados los dinteles de algunas puertas numerados, el rótulo de botica y algunos relieves con signos diversos.

A lo largo del camino Ourense-Santiago, se encontraban otros pueblos como Chapa, cuya importancia fue muy grande, por ser también cruce de caminos y que fue la capital del municipio desde 1836 a 1853. Llegó a tener, además del castillo, un puente sobre el río Toxa, comercio, mesón y un hospital que en 1755 aún estaba en funcionamiento.

El segundo camino, que iba desde las tierras del Avia hasta Santiago, seguía la trayectoria que recorre hoy la carretera que desde O Carballiño llega a Silleda y desde aquí seguía a Breixa, Carboeiro y Merza hasta llegar a Santiago. A los pies del convento de Carboeiro, se conserva el puente románico (A Ponte do Demo), que servía para vadear con seguridad el Deza. Antes de la construcción de la carretera de Silleda a O Carballiño, esta vía, llamada Camino de Herradura, era la que seguían los arrieros, con sus recuas de mulas, para ir a O Ribeiro. Pasaba por O Marco (donde había mesones y casas buenas), Cortegada, sede de arrieros y taberneros (con venta, parada y fonda), y llegaba a las ricas tierras del Avia.

Sabemos que Silleda, situada en la confluencia de estos dos caminos, ya existía en el siglo X como un pequeño núcleo de población. Sabemos también que dependía del Monasterio de Carboeiro, tal como consta en una donación en la que un tal Gundisalvus dona la mitad de la villa o lugar al convento. Y en un documento de 998 aparece documentada la existencia de Santa Eulalia de Exilieta, de donde proviene posiblemente el nombre de Silleda, en otra donación a D. Pelayo, obispo de Lugo.

Capitalidad municipal

Silleda debe, pues, su nacimiento, su importancia, su crecimiento, su inclinación al comercio, a los transportes, a los negocios y su enorme progreso económico a la situación geográfica y al hecho incontestable de ser cruce de caminos. Caminos que fueron siempre una fuente de riqueza, caudalosos ríos de cultura y de bienes materiales, que deben relacionarse también con el nacimiento y auge de las peregrinaciones a Santiago desde la Edad Media. El continuo trasiego de bienes a lo largo de estas vías de comunicación terrestres, la riqueza natural de la zona y el espíritu emprendedor de sus gentes, que supieron entender los signos económicos de cada época, son la base de su crecimiento e importancia económica. Es de suponer que siendo Silleda cruce de estos caminos alcanzase, con los siglos, una relativa importancia dentro de la zona.

Estos dos caminos se mantuvieron abiertos desde sus orígenes, se potenciaron en la Edad Media y se revitalizaron en la Moderna, siendo siempre Silleda lugar de confluencia. Esta estratégica y segura ubicación fue decisiva para conseguir la capitalidad que detentaba Chapa y convertirse en sede municipal (1853). La villa se erigió en el centro político, poblacional y económico más importante de Trasdeza, en detrimento de otras localidades, como O Foxo o Chapa.

A falta de una plaza tradicional, el cruce se convirtió en el eje de la villa. A su lado se ubicó la primitiva iglesia románica -sobre la que se edificó la actual- y se convirtió en el centro, el lugar de encuentro y el corazón de la villa. Villa que durante muchos años tuvo solamente cuatro calles en torno a este antiguo cruce. Los edificios oficiales e institucionales, como la iglesia, el ayuntamiento, las escuelas, crecieron y se asentaron en torno al mismo cruce en un radio de unos doscientos metros, mientras que las viviendas y negocios se fueron construyendo a ambas orillas y expandiendo a lo largo de estos dos caminos, convertidos con el paso del tiempo en calles urbanas.

Si nuestro viejo cruce hablara? cuántas cosas nos podría revelar.

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