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La iglesia de San Miguel de Goiás

Levantada en el siglo XII, es de las pocas que conserva las partes principales de la primitiva construcción románica

Escultura del abad Don Amaro Gundín Salgado.

En el interior, el arco triunfal que separa la nave del presbiterio está formado por un arco de medio punto, columnas adosadas, con capiteles florales y basas toscanas con garras. La clave del arco ha sido decorada con posterioridad con apliques de madera con cabezas de ángeles policromados y en el centro con unos ángeles que sostienen un escudo nobiliario que sirve de pedestal a una estatua de la Virgen con el Niño.

El presbiterio consta de un tramo recto que termina en un ábside semicircular, que en la actualidad tiene un retablo barroco que oculta las ventanas románicas que se abren en los muros, el primer tramos está cubierto con una bóveda de cañón y el espacio semicircular con bóveda de cascaron, mientras que la nave está cubierta con techumbre de madera a dos aguas. El ábside está decorado con llamativas pinturas que emulan cortinajes y otros motivos ornamentales, que afean su valor arquitectónico y que probablemente se superponen a unas pinturas originales, tal vez del siglo XVII.

En el muro del evangelio se abrió la puerta de la actual sacristía. En el muro sur de la nave, a la altura del presbítero, hay una capilla funeraria renacentista, del siglo XVI y XVII, de planta poligonal en el interior y semicircular exteriormente. Fue una capilla particular destinada a panteón familiar de los Salgado Gundín, dueños del pazo de García Sánchez. Tiene dos sepulcros de forma prismática y tapa de planos unidos en arista, que contienen los restos de la familia Salgado. Sobre otro de los sepulcros hay una estatua orante, que se supone corresponde al Abad don Amaro Gundín Salgado, que está enterrado en dicho sepulcro. La capilla es atractiva y proporcionada, con una graciosa bóveda.

En el muro norte hay otra capilla, que también fue señorial según se desprende del escudo que tiene en la parte exterior. Es de planta rectangular y está cubierta con bóveda de medio cañón. En ella parece que antiguamente estaba el sepulcro yacente que ahora está en el ángulo izquierdo de la entrada de la iglesia, en el que está enterrado un caballero de la casa de Bailás. En el frente tiene un escudo en el que se ven los blasones de las familias nobles de la comarca: Lemos, Taboada, Quiroga, Camba y Churruchao.

Exteriormente, el ábside está dividido en cinco tramos por dos pares de columnas, con ventanas en los tres tramos centrales. Se le ha añadido un cuerpo semicircular en la parte superior del ábside y a los lados la capilla de los Salgado y la sacristía, quedando ocultos parte de una de las ventanas, los tramos rectos del ábside y las pilastras exteriores que sostienen el empuje del arco triunfal. Las ventas tienen una abertura en forma de saeta, enmarcadas en un arco semicircular con doble archivolta y un par de columnas. Las archivoltas están adornadas con bolas y ajedrezado. Una imposta corrida une los ábacos de las columnas y divide la parte semicircular del ábside en dos planos superpuestos. Se conserva la antigua cornisa sostenida por canecillos, que carece de función. Está cubierto con un tejado semicircular coronado con una cruz de entrelazados.

En el muro de la capilla de los Salgado hay dos escudos, uno con las armas de la familia, formados por dos torres almenadas con dos águilas que pican en un salero apoyado en una torre central y bordeando al escudo una cadena cerrada en punta con un candado; encina una inscripción que dice: Armas de los Salgado. En el otro escudo están las armas de los Gundines, una figura ecuestre con lanza en ristre y una inscripción alrededor.

La fachada principal conserva todo el valor románico. Consta de tres tramos, en el central, se abre la puerta de ingreso coronada por una doble archivolta, con decoración ajedrezada y dos pares de columnas, con capiteles decorados con motivos vegetales y un tímpano liso con una pequeña abertura en el centro que sustituyó al primitivo tímpano románico. En los laterales de la puerta hay dos estrechos arcos ciegos semicirculares de descarga, con archivolta ajedrezada, elementos decorativos que animan la fachada, dándole un interesante juego luminoso. Sobre la puerta hay una ventana saetera. La fachada termina en una espadaña de tronera doble, utilizada como campanario. La iglesia está cubierta con un tejado a dos aguas. Y según se observa en las marcas de los muros de la fachada, antiguamente tuvo un tejado a dos aguas, formando un pórtico sobre la puerta principal, muy frecuente en las iglesias rurales y que se utilizaba como lugar de reunión vecinal.

En los muros laterales, las ventanas fueron modificadas, se conservan las ventanas del muro sur con forma de saeta. En este muro hay una puerta lateral con doble archivolta semicircular y un par de columnas, fue modificada achicándola con un dintel completamente ajeno a la traza original. El tímpano es liso aunque se notan restos de que tuvo alguna ornamentación. La puerta lateral del norte desapareció, lo mismo que alguna ventana al construirse la capilla de los señores Lemos, Taboada y Camba, a cuyo linaje pertenecía el caballero que estaba enterrado en el sarcófago que ahora han colocado a la entrada de la puerta principal. La cornisa de los muros laterales está sostenida por una colección de canecillos estrechos decorados algunos con formas sencillas.

Para completar esta descripción de la Iglesia de San Miguel de Goiás, trascribimos un artículo publicado en el periódico El ancora, nº 800, el 12 de julio de 1900 por el maestro y escritor Jesús Vilariño Ramos, hijo de primer historiador de Lalín, Francisco Vilariño García, que a porta una visión de dicha iglesia a principios del siglo XX, en la que pone de manifiesto algunos datos, relacionados con las inscripciones de los sepulcros, que hoy no se pueden apreciar:

La iglesia parroquial de Goyás, situada en las inmediaciones de Lalin, registra algunas antigüedades artísticas y la arquitectura, lapidaria, heráldica, epigrafía y estatuaria tienen en ella objetos curiosos que no deben pasar inadvertidos al examen de los aficionados a la anticuaria.

Tal ha sido en la antigüedad el apoyo y el encumbramiento de este condado, que los innumerables administradores de las diferentes masas de bienes y caudales de rentas que aquel tenía en muchas parroquias, eran considerados como esclarecidos hidalgos de la región gallega.

Por otra parte, los elevados sentimientos que caracterizaban a los subalternos de dicha casa de Deza, creábanles cierta autoridad moral, que era muy digna de acatamiento por parte de los vasallos de aquella comarca.

Las varias inscripciones sepulcrales, esculpidas a la memoria de aquellos piadosos hidalgos demuestran cuán grande era el espíritu religioso en que se inspiraban dichas familias, el cual corría parejas con el que dominaba en la época y el interés que desplegaban en el cumplimiento de los deberes de todos los actos de la vida, vienen a confirmarlo los testeros de los sepulcros donde fueron enterradas, constituyendo sus lapidas un verdadero memorial de testamento. La exactitud que demandan en el cumplimiento de sus testamentarios copiando en los frentes de los sepulcros clausulas integras de sus últimas disposiciones revela y parece como presagiar, las vicisitudes y laxitud de conciencia de los llamados a cumplir las obligaciones o cargos de los que heredan bienes de fortuna, quienes pagan muchas veces los legados considerables que reciben de sus bienhechores con la ingratitud, el desprecio o el olvido, levantándose de dichos cargos prevalidos de las interpretaciones acomodaticias de las Leyes del Estado.

(historiadeza.wordpress.com)

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