Cedric bouchard: "Cuando veo jugar a abuelos con nietos y a madres con hijos me siento muy orgulloso"
"Yo lo que promuevo es la ludopraxis, que es actuar sin pensar; un niño y un adulto deben empezar tocando"
Se declara ferviente apasionado de la enseñanza y de la pedagogía. Eligió la tranquilidad de Fontao tras vivir y trabajar en la siempre estresante París, donde fabrica juegos de madera de todo el mundo que vende a través de internet y en los eventos a los que suele acudir como animador y comerciante. Cedric Bouchard reconoce que ha llegado a Galicia para "buscarse la vida", y espera conseguirlo haciendo lo que más le gusta, compaginando la docencia con la fabricación de juegos tradicionales.
-¿Conocía las tierras de Vila de Cruces antes de trasladarse definitivamente a vivir a Fontao?
-Sí, conocía la zona antes de instalarme aquí porque mi hijo estaba aquí. Hace unos cinco años que decidí venirme porque me había quedado en paro. Ahora creo que me están saliendo las cosas mucho mejor que cuando vine, que fue cuando todo estaba mucho peor por causa de la crisis. Además, ahora también me defiendo mucho mejor en gallego que cuando llegué, y eso me ha facilitado mucho todo durante este tiempo.
-¿En qué etapa se encuentra ahora su proyecto lúdico y educativo con sede en Fontao?
-En este momento estoy centrado en valorar todo lo que he hecho en los últimos cuatro o cinco años. Es algo que siempre me hizo falta hacer para poder sacar adelante mi idea. En este momento, estoy creando una página web propia en compañía de unos profesionales de la comunicación y, también, estoy preparándome para trabajar con la ludoteca que tengo, que es nueva, y que está en Fontao. Tenemos previsto empezar el 3 y el 4 de abril, sin dejar de lado los trabajos en festivales y colegios a donde vamos cuando nos necesitan.
-¿Cómo explicaría a la gente en qué consiste realmente su trabajo?
-Mi trabajo consiste fundamentalmente en difundir una herramienta lúdica para todas las edades. Se trata de juegos para adultos y para niños, con los que se puedan convivir y pasar juntos un momento determinado. Se trata de juegos muy intuitivos y didácticos en zonas de juego libre para todo el mundo, con acceso libre, y son juegos que tampoco necesitan requisitos importantes tanto a nivel físico como intelectual. Son juegos de toda la vida que nos remueven más el cuerpo que la mente. Además, es una herramienta que está muy valorada en los entornos pedagógicos y en movimientos como los del Método Montessori o en la Pedagogía Waldorf, que tienen mucho prestigio en el ámbito educativo. Esto es así porque son juegos de todo el mundo en los que nunca llegas a una situación de fracaso.
-¿Sus juegos tienen distintas procedencias? ¿Destacaría algunos de ellos por algo en especial?
-Es cierto, proceden de distintas partes del mundo. Si tuviera que destacar algunos, me quedaría con el Colar Fichas, que es muy popular en Alemania, y pienso que es uno de los que más le gusta a los niños con los que hemos trabajado. Tampoco está nada mal uno procedente de la India que se llama Carrom, pero pienso que es el más difícil de practica porque te obliga a hacer una serie de dibujos y eso no siempre es sencillo. Como te decía antes, son juegos de toda la vida, con unas reglas simples y carecen de fracaso porque siempre terminas en una satisfacción personal. Meterás una bola o sacarás puntos, algo que reconforta.
-¿Les da algún toque personal a estos juegos tradicionales de tantas nacionalidades?
-Efectivamente, me gusta adaptarlos tanto en la altura de las mesas o en la propia dificultad de los juegos. Por ejemplo, cuando vamos a residencias de mayores o algún lugar donde hay gente discapacitada tenemos que hacer algún retoque, pero siempre respetando la esencia de cada juego. Nosotros vamos a cualquier lugar con todo el material del que disponemos y nos gusta hacer jugar a la gente. Muchas veces, como algunos juegos no son muy conocidos, tenemos que enseñarles su funcionamiento.
-¿Considera necesario que estas actividades complementen la formación reglada de los niños?
-Podemos decir que yo promuevo lo que se llamaría la ludopraxis, que es actuar sin pensar. Si miramos un poco la pedagogía de la escuela, en general, empezamos muchas veces por la teoría y una vez que nos hacemos mayores es cuando entendemos las matemáticas y otras materias. En mi caso, yo pienso que tanto un niño como un adulto tienen que empezar probando, tocando y así hará sus hipótesis que, después, tendrán que verifica. Se trata del camino científico: Yo hago, de lo que hago evalúo, y de lo que evalúo sigo haciendo hasta encontrar la solución. Sin embargo, muchas veces en el colegio es al revés. Con estos juegos se refuerza lo que los niños aprenden en el colegio porque en ellos hay puntuación y trayectorias. El niño, al final, tiene que utilizar muchas herramientas, y yo lo que difundo es una herramienta transversal en la que también es importante el saber estar con los demás.
-¿La ludoteca tiene sede estable o se mueve en función de la demanda que vaya surgiendo?
-Nuestra ludoteca es itinerante. Según nos vayan llamando los Concellos, los colegios, las residencias de mayores o festivales, nos movemos con ella. En este momento estoy dándole un cambio a todo y, por ejemplo, antes se llamaba "A Casa dos Xogos", pero ahora mismo estoy planteando otros nombres.
-¿Es más complicado convencer de jugar a una persona adulta que a un niño o no?
-Es sorprendente y alucinante cómo se comporta la gente. Nosotros colocamos los juegos de forma libre y todos pueden jugar cinco minutos o dos horas, sin colas ni nada parecida. Sólo la instalación provoca que la gente se acerque para curiosear y como todos los juegos son de madera, y a la gente le gusta tocar la madera, y eso ayuda a acabar con las dificultades que tenemos los adultos antes de ponernos a jugar. Además, muchos de los juegos nos suenan de algo porque los hemos conocido hace tiempo. Si hay padres que resisten a jugar, los niños se encargan de pedirles que lo hagan. Desde luego, los momentos en los que me siento más orgulloso y contento en este trabajo es cuando veo a abuelos con nietos jugar o a madres con sus hijos. Nosotros proponemos que un centenar de personas jueguen y sean los protagonistas en sesiones que son siempre distintas entre sí.
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