La residencia municipal de mayores de Vila de Cruces celebra el próximo domingo, día 7, el noveno aniversario de su apertura. A lo largo de estos años, el centro se ha convertido en un nexo de encuentro para gran parte de los mayores del municipio. Con una media de edad en torno a los 87años, los usuarios participan en diversidad de actividades para mantenerse activos, tal y como comenta la directora del centro, Rocío Carbón.

-Celebran el domingo su aniversario, ha sido desde sus inicios una fecha señalada en el calendario.

-Si, desde luego. Celebramos por una parte la apertura del centro y, además, la fiesta del San Ramón, que es el patrón del centro.

-¿A que se debió esa elección del patrón?

-Cuando se hizo la residencia, doña Ramona Elena Blanco Quiñoy donó los terrenos y marcó que se estableciese como patrón. Aunque es difícil que coincida con el propio día siempre intentamos aproximarlo en la medida de lo posible. Además, es el patrón que está en la capilla del centro.

-La celebración suele tener una parte religiosa y una gastronómica pero, además, este año contará con un hinchable.

-Si, por que han venido ya otros años niños y es para que puedan disfrutar también del día jugando y que se animen a venir. Por eso intentamos que, además de los hijos, se animen a venir también los nietos.

-¿Cómo suelen reaccionar los residentes a las visitas de los niños?

-Siempre funcionan muy bien. Lo hacemos con la guardería, y ya es algo habitual que todos los años nos visiten por Navidad. Luego también invitamos al colegio de Cruces, que han venido por Carnaval. Este año lo hicieron, además, el colegio de O Foxo. Incluso hemos tenido algún campamento. Siempre que vienen niños a la residencia los mayores es como si despertaran, les gusta, disfrutan. Además es positivo para ambas partes.

-¿Se entienden bien estos dos colectivos?

-Desde luego. Los niños disfrutan y los mayores, es como si, en cierta forma, decidiesen, (en la medida de sus capacidades), prestar una mayor atención. Así, ves en el caso de pacientes con algún tipo de demencia, que a otras cosas apenas les prestan atención, pero a un niño sí. Recuerdo cuando este año vinieron los niños de O Foxo y repartieron besos. En ese momento, si alguno de ellos se queda sin el beso, seguro que les daba algo, les hace muchísima ilusión, estaban súper atentos.

-Además de estas iniciativas, ¿que otras actividades realizan?

-Durante todo el año, incluso antes de la apertura del centro, llevamos a cabo el programa municipal de "Envellecemento Activo". Realizamos sesiones de alfabetización, el taller de memoria, teatro, gimnasia de mantenimiento, para gente que vive en el rural y se acerca al centro para realizar estas actividades. Luego los que viven en la residencia, y puede participar, también lo hace.

-Queda un poco atrás esa visión de una residencia sin actividades lúdicas.

-Fue algo que nos planteamos ya desde el principio. La residencia es pequeña, con 49 residentes, es un centro familiar. Siempre quisimos que la residencia fuese abierta a su entorno, a Vila de Cruces. El hecho de hacer actividades en el centro beneficia a los mayores del pueblo, que vienen y realizan cursos de forma gratuita, pero también nos beneficia a nosotros. Pues los que viven en sus casas vienen y de paso saludan a aquel vecino que ahora está viviendo aquí y el centro se convierte en un espacio más abierto a la comunidad. Intentamos favorecer esa relación de vecinos. Creo que es algo que hemos conseguido a lo largo de estos años.

-¿Cuales son las actividades más exitosas?

-Quizás el programa que más éxito tiene, a parte de la gimnasia, es el de memoria. Además, es una actividad continua, que unida al programa de alfabetización, la gente está muy contenta con ellos, sobre todo porque ven esas mejoras a largo plazo, más que en sesiones puntuales. Son talleres de una hora, que trabajan desde el cálculo a otras facetas y cuyos resultados se van evaluando de semana en semana pensando en las personas.

-En un trabajo como este, será inevitable crear lazos emocionales entre cuidadores y residentes.

-Si desde luego, es una de las fortalezas del centro. El personal que tenemos siempre está muy implicado con el trabajo que hace. Así, estos días acabamos de perder una de nuestras residentes y al final, creo que todo el personal estuvo en el velatorio arropando a la familia. Los lazos se crean con los residentes pero también con la familia. Dejan un vacío en el centro, en el caso de esta interna seguimos recordando sus cantos, a pesar de que su familia comentaba que ella antes de estar aquí nunca cantaba.

-¿Qué porcentaje de sus residentes son vecinos del municipio?

-La gran mayoría son de la zona. Si bien, las plazas concertadas, tenemos 16, son ocupadas por gente que viene de fuera, a veces son plazas de emergencia social que les asignan en la primera residencia que tenga plaza. En muchos casos eso supone un desarraigo social tremendo. Es injusto que habiendo gente de la zona que está solicitando una plaza que no se priorice más su solicitud. Pero la Xunta tiene otros criterios para valorar esto.

-¿Resulta muy complicado acceder a una plaza en la residencia?

-La residencia es un servicio costoso, y cuando lo usas es porque realmente precisas sus servicios porque tienes algún tipo de dependencia, sino, para descansar, te vas a un hotel. Es un recurso muy bueno pero muy caro para costear a nivel privado. Creo que el gobierno que le toque estar al frente debería ser más sensible con este tema, ya que están retrasando mucho las evaluaciones, las adjudicaciones y el cobro de ayudas. Y lo último han sido los recortes a las ayudas. Hay gente con un grado de dependencia alto y con una capacidad económica que también consideran alta, pero que no les llega para pagar el centro. Con una pensión de 700 euros hasta los 1.400 euros que cuesta el centro, sino reciben una ayuda, les supone un gran esfuerzo. Deberían agilizar la asignación de plazas privadas y aumentar las concertadas para que las personas con dependencia pudiesen acceder a un servicio que necesitan.