El Estadio Municipal da Estrada es nuevo. No tiene pozas, el balón rueda como debe, no da miedo entrar en los baños, los vestuarios no parecen sacados de una película de Tarantino, la grada no tiene grietas por las que cabe una mano, no da la impresión de que un muro del cierre se desplome en cualquier momento, no es necesario un mantenimiento diario ni gastar dinero y esfuerzo cada año en tenerlo en condiciones... en definitiva, es todo aquello que no era A Baiuca. El nuevo estadio posee las infraestructuras y las posibilidades que necesita un equipo de fútbol con las aspiraciones y el nivel del Estradense. Local social, despacho de entrenador, lavandería, almacenes... y todo en un espacio con un amplio parking y de fácil y rápido acceso. El Municipal pone al Estradense en el Siglo XXI y lo hace sin perder algunas características que hereda de su antecesor. Es el caso por ejemplo de las dimensiones. A Baiuca era un campo que destaca por su amplio terreno de juego, algo que se mantiene pese a tratarse de un sintético. El nuevo estadio en definitiva es perfecto para aquello para lo que fue creado y permite además unificar todas las instalaciones deportivas de la villa en la zona de Figueiroa, terminando con la única nota discordante que quedaba en el casco urbano.

El nuevo Municipal de A Estrada no es A Baiuca. No huele a hierba, es frío, artificial, carente de emoción y fabricado con el mismo modelo y alma como los que proliferan por toda la provincia. Muchos no castigarán nunca esa herejía. Abandonar el estadio creado con el esfuerzo y las desinteresadas donaciones de los vecinos de A Estrada para abrazarse a la bandera de la funcionalidad es difícil de asumir para aquellos que durante toda su vida han sentido que el Estradense y A Baiuca formaban un binomio que debía crecer y morir unido. En ese punto, las comparaciones nunca benefician al recién llegado. Uno de sus puntos negativos está en su ubicación. A Baiuca permitía acudir andando al estar en el casco urbano, mientras que el paseo a Figueiroa obligará a usar el coche. Tampoco convence la hierba artificial, el tapete aséptico de la mayoría pero falto del sentimiento que debe mostrar y defender un club con casi noventa años de historia. El entorno, enclavado a solo unos metros de la piscina y con la academia de seguridad es algo que también chirría para aquellos que gozaban del espacio de las instalaciones del casco urbano. En ese punto muchos critican la necesidad de haber creado algo partiendo desde cero cuando se podían haber aunado las virtudes de ambas construcciones con una remodelación de A Baiuca.

El entrenador del Estradense, Eduardo Muñiz "Tinto", es uno de los que mejor conoce esta recién abierta instalación. A lo largo de las últimas semanas ya ha trabajado en el nuevo Municipal y no duda en destacar la valía de este nuevo campo. "De momento todo son novedades. Las instalaciones son muy buenas, ahora lo que nos toca es cuidarlo", manifestó. De la mano del técnico nos adentramos en los vestuarios y en las dependencias que se esconden bajo la grada. "Todavía quedan cositas por hacer. Queda mucho trabajo", reconoce entre almacenes y despachos todavía por llenar. Sobre el terreno de juego, el entrenador considera que la hierba sintética ofrece mejores garantías y funcionalidad que la hierba natural. "Los jugadores siempre prefieren jugar en hierba natural pero una vez se acostumbren van a estar muy bien. A nivel entrenador estaba deseando venirme para aquí", manifestó. Tinto señaló que a nivel logístico el nuevo campo supone un cambio radical para mejor en su rutina semanal. La hierba y el mal estado de A Baiuca obligaban al equipo a cambiar el lugar de entrenamientos para no castigar el césped. De esta manera tenían que realizar varias sesiones en el sintético de Figueiroa. "Ahora no tenemos que andar cambiando de campo y con los bártulos de un lado para otro", apuntó. "No queda disfrutarlo", concluyó.