Desde hace año y medio, el suegro de C.G.P. reside con ella y su marido en una parroquia del rural de Lalín. El anciano tiene 83 años y padece párkinson y demencia, dos males que se agudizaron desde la muerte de su esposa, en julio del año pasado. Requiere atenciones constantes por parte de su nuera, que no ha tenido acceso al conocido como salario del cuidador por falta de presupuesto de la administración. Por eso, esta mujer también se las ingenia en el día a día y usa enseres que la ayudaron a criar a sus hijas y que ahora, como las barandillas abatibles, ayudan a evitar que el anciano caiga de la cama.

El trabajo de esta cuidadora -está en paro y padece tendinitis desde hace tiempo- es similar al de cientos de vecinos de Deza. Así que también padece problemas idénticos a éstos, como las dificultades a la hora de resolver trámites médicos por teléfono. Relata que el martes "llamé al teléfono del ambulatorio de Lalín para pedir cita", pero de forma automática ese número le deriva al que utiliza el Sergas. Tras varios minutos hablando con una máquina -para escoger idioma y facilitar los datos personales del paciente- al final consigue que la atienda un operador y concierta un pase para el día siguiente. Pero cuál es su sorpresa que, cuando llega al centro médico, anteayer, le responden "que no tengo cita. Y además, es algo que les está ocurriendo con frecuencia a otros usuarios", relata. Opta por tramitar una queja en la que hace constar la urgencia de esa cita médica y, también, las dificultades que suponen este tipo de incidencias para los mayores de Lalín, que en muchos casos tienen que desplazarse desde el rural en taxi y que, por culpa de un error informático, se ven obligados a volver más de una vez al ambulatorio.

Centro de día

No es la única traba con la que se encuentra C.G.P o cualquier cuidador de una persona dependiente. Su suegro estaba valorado con un grado 2 de dependencia, y la revisión para ver si ese nivel había aumentado o no tendría que haberse realizado ya en julio pasado. Pero los expertos vinieron anteayer. En todo este tiempo, el anciano ha perdido movilidad y registra momentos de cierta agresividad, igual que ocurre con pacientes que sufren las mismas dolencias. Con el ánimo de frenar su deterioro físico y cognitivo -y, también, para darle un alivio a su cuidadora- el anciano acude todas las jornadas al centro de día de Lalín. Pero esta estancia "se paga con su pensión", sin ningún tipo de ayuda por parte de las administraciones.

Las demoras e incidencias del Sergas debido a los trámites burocráticos producen, a diario, malestar entre los cuidadores de dependientes de la comarca. Sin salir de Deza, en Agolada una vecina de Romariz lleva esperando desde 2009 a que Traballo resuelva su expediente en el que solicitaba el salario de cuidador por atender a su madre, enferma de Alzheimer. La consellería incluso hace oídos sordos a las recomendaciones que le remitió el Valedor do Pobo.