"Jamás en Europa se ha matado un animal de tantos años y con tantos kilos, y te lo digo yo, que llevo cuarenta años en esto". Aladino Juan y su hermano Óscar Javier, propietarios de la firma madrileña Cárnicas Lyo viajaron ayer hasta las instalaciones de Frigoríficos Bandeira para cerrar la operación de compra de un ejemplar único: Un buey "cruce asturiano" nacido el 1 de enero de 1990 y con un peso de 693 kilos en canal.

La firma silledense que regenta el matadero compró el animal a un particular de Santander. Su dueño lo utilizó durante toda su vida como animal de arrastre, "para tirar de una carreta; lo tenían como uno más de la familia", apunta Aladino Juan. Tras la muerte del propietario, sus hijos decidieron vender la pieza, que fue sacrificada el pasado miércoles en las instalaciones bandeirenses. Ayer, sus nuevos compradores se lo llevaron para los congeladores de Mercamadrid, "el santuario de la carne", donde permanecerá los próximos cuatro meses. En junio, el producto de tan magna res estará listo para su distribución: Una parte irá a la Carnicería Patxi Larrañaga, de Lasarte-Oria, en Guipúzcoa, y la restante volverá a Galicia. Los cuartos delanteros y los traseros se venderán en el establecimiento vasco, mientras que los lomos y solomillos se cocinarán en la Casa Pena, de San Ramón de Moeche, para festejar, en la primera semana de junio, su 75º aniversario. "¡Qué ocasión más buena para tener lo que no hay en el mundo!", asegura Juan.

Aunque no ha querido desvelar cuánto le costó en animal, el madrileño asegura que "es lo que más pagué en cuarenta años" por una res de estas características. En el mercado, dice, el kilogramo de chuletón ronda los 100 euros, "y aquí saldrán de un mínimo de dos kilos cada uno". Los bueyes "viejos" que suelen comprar rondan los doce años de vida y su peso se sitúa en torno a la media tonelada.