Dos semanas después del fatídico accidente del tren Alvia en Santiago, Iván Rodríguez se muestra sereno aunque admite que ante una situación de extrema gravedad siempre es complejo alejarse de aquella realidad. Este lalinense fue uno de los primeros policías que llegó a Angrois, puesto que estaba en Compostela en el operativo de seguridad de los fuegos del Apóstol. Orgulloso de su trabajo y el de sus compañeros, defiende que el operativo de seguridad funcionó por el rigor y el celo que se puso en la coordinación de la tragedia. De vacaciones en la costa coruñesa, señala que trata de abstraerse de lo acontecido aquellos días, algo que, comenta, les cuesta demasiado a algunos de sus compañeros por las escalofriantes escenas vividas a pie de vía.

-Dos semanas después del accidente y con la perspectiva del tiempo, ¿qué recuerda de aquellos momentos?

-Ahora te das cuenta en realidad de lo que sucedió allí, pues en un primer momento no eres consciente de lo que había. Cuando llegamos solo pensábamos en hacer nuestro trabajo lo mejor posible, máxime viendo la magnitud del accidente.

-Aunque están formados para enfrentarse a este tipo de situaciones, quizá cueste sobreponerse a todo lo que vivieron en las vías de tren en Agrois...

-Yo personalmente tengo imágenes muy duras, aunque quizá tenga bastante capacidad para tratar de olvidarlas poco a poco. Sí es cierto que tengo compañeros que estuvieron conmigo allí de mi misma unidad que dicen tener pesadillas. Comentan que les cuesta conciliar el sueño porque le vienen distintas imágenes de la tragedia a la mente.

-Algunos policías comentaron estos días que padecen algunos trastornos o de tipo postraumático.

-Así es, tengo un compañero al que su mujer le decía que hablaba mientras estaba durmiendo. Por lo que comentaba, durante el día no tenía demasiados problemas, pero una vez llegada la noche empezaba a tener como inquietud y sensaciones extrañas que no habían tenido con anterioridad.

-Usted formaba parte del operativo de seguridad del espectáculo pirotécnico de las fiestas del Apóstol y, por tanto, fue uno de los primeros profesionales en legar al lugar del accidente.

-Pues sí. Cuando llegamos al lugar del accidente creo que había una unidad de bomberos, un par de ambulancias.... Lo primero que hicimos fue ayudar a arrancar una lámina de metacrilato para que los bomberos pudiesen atacar el fuego del vagón que se incendió, pues en ese momento las llamas eran todavía muy importantes.

-¿Qué tareas le encomendaron nada más acceder al punto del siniestro?

-Recuerdo que accedimos a las vías por una pasarela y luego ayudamos a salir de allí a los heridos que todavía podían mantenerse en pie o estaban más o menos bien. Les indicamos a dónde tenían que dirigirse y a otros incluso les ayudamos a cruzar la zona para que fuesen luego evacuados. Luego nos dirigimos a la zona de la cabeza tractora del tren.

-¿Hubo algo que le llamase especialmente la atención?

-(Medita). Pues no demasiado... Cuando te comisionan desconoces todavía lo que pasó, que había descarrilado un tren. Pero cuando llegas allí ya te das cuenta de que fue algo muy fuerte lo que ocurrió al ver el fuego, la gente herida...

-¿Tuvo la ocasión de socorrer al maquinista?

-Yo concretamente no. Cuando estás en plena faena no te paras a mirar esas cosas, no obstante sí recuerdo que ayudamos a cruzar la vía a una persona que creo era un revisor. En principio pensé que era el maquinista, pero no, de hecho solo le indicamos el camino para salir, pues no aparentaba estar muy herido.

-¿Les comentó algo el revisor al que ayudaron en su evacuación?

-No, intuimos que era un revisor por la vestimenta que llevaba, era un chico joven. Sí recuerdo que iba algo desorientado y le indicamos hacia donde estaba el punto de evacuación de la gente, pero debíamos atender a otras cosas y el trabajo era constante.

-El equipo al que pertenece de la Unidad de la Policía Autonómica realizó casi todo tipo de intervenciones...

-En un primer momento, además de ayudar a los pasajeros, entramos en los vagones valiéndonos de todos los materiales que había para entrar a socorrer a las víctimas. Recuerdo que arrancamos un trozo del portaequipajes de un vagón para sacar a gente por las ventanas. También los vecinos de allí nos tiraban cosas como mantas, agua, puertas...

-¿En algún momento se vio superado al ver lo que se topaban en el interior del tren?

-En momento como esos no te puedes parar a pensar en eso, pese a que la imagen sea dantesca. Lo que hay que hacer es trabajar rápido y resolver los problemas que allí había. Creo que el operativo se desarrolló bien y la respuesta de los servicios de seguridad fue adecuada en todo momento, a pesar de la gravedad del mismo.

-¿Pensaron o le comentaron que el descarrilamiento se podía haber debido a un sabotaje o atentado, ya descartado poco después de las primeras especulaciones?

-Es que nosotros llegamos para intervenir con rapidez y tratar de reconducir el problema y atender a los heridos. No somos quienes de evaluar a qué se había debido el descarrilamiento, nosotros estábamos allí para ayudar a la gente.

-Su trabajo no se centró solo en el día de la tragedia, ¿no?

-Una vez terminado el trabajo en las vías nos dirigimos al edificio Cersia, donde se atendía a familiares y amigos de los heridos y de las víctimas. Allí colaboramos con los servicios de atención psicológica y velamos por la seguridad del recinto. Luego fuimos a la comisaría próxima a la Alameda, pero no estuve en las dependencias en las que permaneció el maquinista.

-¿Opina que el accidente se produjo por un error humano, además de unas deficientes medidas de seguridad en el tren Alvia?

-Existen unos especialistas que son los que están investigando y yo no soy la persona idónea para entrar a analizar los motivos por los que se produjo el accidente.