Lalín ha perdido a uno de sus hijos ilustres de mayor talla intelectual. El catedrático y galleguista César Oro García falleció en Estados Unidos el pasado 16 de marzo a los 89 años de edad. Tras varias semanas de trámites por parte de sus apoderados en el país norteamericano, sus cenizas han llegado por fin a Lalín y serán depositadas el próximo sábado, día 18, en el cementerio de A Veiga, su parroquia natal. Con tal motivo, se celebrará un funeral en su iglesia a las 19:00 horas.

César Oro García abandonó muy joven A Veiga -en la que había nacido en la primavera de 1924 en la que hoy se conoce como Casa do Luís- para comenzar un largo peregrinaje de formación personal e intelectual por Monterroso, Mondoñedo y País Vasco -con los padres pasionistas- y Melide. Al final, renuncia al sacerdocio, aunque apadrina a su primo, José García Oro (Padre Oro) en su ordenación. En A Coruña cursó estudios de Náutica, pero sus inquietudes le llevaron a embarcarse rumbo a la Cuba revolucionaria, junto a su hermana Domitila. Trabaja y estudia en la Universidad de La Habana, pero, a los pocos meses, decepcionado con la revolución castrista, se marcha a Estados Unidos, tal como relata el periodista Benito García Carril en el artículo de su serie Fillos ilustres de Lalín dedicado a César Oro y publicado en esta edición el 1 de abril de 2012.

En la ciudad del exilio cubano por excelencia, Miami, desempeña múltiples oficios, al tiempo que sigue estudiando en la Florida Atlantic University. Al comienzo de la década de 1970 comienza a publicar trabajos sobre lengua española y, tras pasar por la Universidad de Maryland, termina su tesis, que le abre las puertas de la vecina Universidad de Howard, situada en Washington D.C. y conocida como la Harvard negra por la mayoritaria presencia de afroamericanos e hispanos en sus aulas. Cientos de ellos aprendieron gallego, español o portugués de su mano.

En la centenaria institución del popular y extenso barrio de Howard compatilizó sus tareas como profesor e investigador del departamento de Lenguas Romances, llegando a ser una eminencia en lingüística y uno de los más importantes especialistas en literatura medieval española y gallego-portuguesa. La perífrasis verbal gallega; El romero encantado: una aproximación sintáctica; Fluctuaciones de los verbos gallegos en -ar al comienzo de los lexemas; Las formas del verbo galaico-portugués seer según los textos, siglos XII y XIII; En torno a una polémica: la normalización del gallego; o Algunas consideraciones sobre las desinencias -an, -ano, -ao en gallego actual son algunas de sus obras. Fue miembro, entre otros colectivos profesionales y docentes, de la Sociedad Nacional Hispánica y The American Association of Teachers of Spanish and Portuguese (AATSP). En 1985 participa en el Congreso Internacional sobre Rosalía, en uno de sus numerosos viajes a Galicia, y en el II Congreso de Estudios Gallegos de la Brown University, en 1988.

Enamorado de su tierra, quiso hacerse con su casa natal e incluso compró un piso en la urbanización lalinense de O Regueiriño con la idea de pasar en él los últimos años de su vida. Vino por última vez a Lalín en julio de 2002, ya con síntomas evidentes de alzhéimer y acompañado de dos de sus colegas universitarios -sus apoderados-, que no lo vieron claro y decidieron que estaría mejor cuidado en su piso de Howard, según su biógrafo Benito García. El periodista de Donramiro contaba hace un año en FARO DE VIGO que César Oro pasó "el último lustro de su existencia mentalmente anulado y físicamente asistido día y noche por cuatro cuidadoras" en su apartamento de Washington. Allí murió el pasado 16 de marzo.

César Oro García figura entre los más altos exponentes de la intelectualidad lalinense contemporánea, junto a los también catedráticos José García Oro -su pariente y amigo y con quien mantenía una estrecha relación-, Benito Varela Jácome o el celebérrimo astrónomo Ramón María Aller Ulloa. Sus cenizas, ya en poder de su ahijada Hermelinda, reposarán desde el sábado en A Veiga. Entre sus últimas voluntades estaba, según Benito García, donar su biblioteca y sus trabajos a su tierra natal.

Eras o meu ídolo de adolescencia: gracioso, de fala fluida... e sempre cunha muller fermosa ó teu carón. Cada verán que te achegabas por Galicia deixábaste caer polo convento de San Francisco a visitar ó Padre Oro, por Lalín de Arriba a ver a Hermelinda e familia, pola Veiga a ver como envellecía a túa casa natal e pola casa do "xastre de Donramiro". De cote acompañábate unha muller fermosa: Morenas, louras, altas, baixas, cubanas, caucásicas? Eu quería ser como César de maior, e intenteino, abofé que o intentei..., pero só neste plano. Devecías polos tomates arrincados da planta da horta do xastre, só mollado en sal. Contábaslle a Benito que os tomates de USA xa non sabían igual (os de agora aquí tampouco!).

Estíveches a maior parte da túa vida rodeado de negros e hispanos, en Howard (non en Harvard, como se cansan de dicir moitos dos que de ti escribiron un par de pouco documentadas liñas en Lalín). A Harvard ías de visita, e por obrigación un par de veces..., demasiado estirados para o teu gusto. A universidade americana dos negros e dos hispanos era máis do teu estilo.

Dous "Oro" danlle lustre á historia intelectual de Lalín. Hoxe, o teu querido Padre Oro chora a túa perda entre a pedras de San Francisco, onde avellenta sen que a súa obra, como a túa, sexan postas en valor polas autoridades de Lalín: O que non se colga nin se come non parece ter valor para eles!

Galeguista ate a médula, orgulloso do idioma que "mamou", díxolle á súa sobriña a última vez que visitou Lalín: "Voume esquecendo de todo... pero o último do que me vou a esquecer é do galego". O alzheimer xa empezaba a "facer das súas". Volves á casa, na semana das Letras Galegas, as mesmas que como catedrático e escritor divulgaches a este e ó outro lado do Atlántico.

Eras o meu ídolo de adolescencia, mágoa que non te quixese imitar na túa faciana intelectual, hoxe sería algo máis que este "xunta-palabras" que te admira, na mesma primavera na que as túas cinzas cruzan o Atlántico para repousar na túa querida A Veiga, nunha primavera similar á do teu nacemento hai 89 anos.

Moitos e moitas, pero moitas, recordámoste con afecto, envexa e admiración. Boa Viaxe!