La noticia del incendio en Outeiro originó un gran despliegue de los servicios de protección y seguridad ciudadana, pero también de los vecinos y políticos locales, encabezados por el alcalde. José Crespo abandonó el pleno de la Diputación tan pronto tuvo conocimiento del trágico incidente, cuando todavía faltaba por localizar el matrimonio formado por José Mouriño y Carmen Reboredo. El propio alcalde lamentaba "a desgraza deste incendio no que morreron unha moza de 23 anos e un señor de máis de 80", a la vez que recalcaba que se seguía buscando a la pareja.

Junto a Crespo se encontraban los ediles Camilo González Bodaño, Antonio Rodríguez o el ex concejal Pepe Iglesias, que recordaba las muchas reuniones que compartió con Mouriño durante su etapa al frente de Campodeza y Xuncoga. Con él se hallaba José Luis Camiñas, presidente de O Rodo y también de Xuncoga. A la zona se desplazaron, además, la concejala de Servizos Sociais, Paz Pérez, y la psicóloga del Centro de Información á Muller (CIM), Teresa Rocha. Esta especialista indicó que acudieron a la zona "solamente a nivel asistencial. La situación ya estaba resuelta cuando llegamos y hablé poco con los familiares". El hermetismo que envolvía al caso provocó que incluso Rocha estuviese más de una hora sin saber lo que ocurría en el interior de la vivienda.

En idéntica situación se hallaban los vecinos y los medios de comunicación que acudieron al lugar, con un cordón policial a 50 metros de la vivienda. El desconcierto era tal que a primera hora ni se descartaba que el incendio llevase activo ya toda la noche. "Aquí cada un está metido na súa casa e cando é medianoite non saes mirar se pasa algo no resto da aldea", afirmaba ayer Emilia Dobarro. La mujer recuerda que los supervivientes "al oír ruido, berraron, berraron, berraron, hasta que tiraron la puerta y los cogieron".

Esta mujer fue una de los muchos vecinos que acudieron raudos a la llamada de auxilio de Ciprian Nitoi, que tenía a su favor el madrugón que se pegan los vecinos para atender a sus granjas. Era el caso de Celso Martínez, que llevaba en pie desde antes de las siete de la mañana. "Sempre madrugo para muxir, e estaba neste labor cando oín ao rapaz rumano subir polo pobo e chamar en todas as vivendas, pedindo auxilio". Este hombre recordaba que, además del joven rumano que vive en Vila de Cruces, la familia cuenta con la ayuda de otro hombre para cuidar la explotación. De hecho, los presentes en el lugar de los hechos daban por sentado que las vacas de Mouriño habían sido ordeñadas por éste hombre a lo largo de la mañana, con lo que sorprende que el matrimonio no fuese encontrado hasta pasadas siete horas.

Un tercer vecino, José, también indicaba ayer que en su caso se enteró por el propio hermano de Mouriño: "Cruceime con el pola estrada e díxome que lle estaba ardendo a casa ao seu irmán", relataba ayer, visiblemente consternado. Todos conocían la difícil situación económica por la que atravesaba la familia, muy querida en el entorno tanto por el carácter emprendedor de él como por la discreción y diligencia de ella, a la que apenas se veía fuera, dado que cuidaba a los tres dependientes del hogar familiar.

Fuego reavivado

Por otra parte, los servicios de extinción tuvieron que desplazarse a media tarde de ayer a la vivienda para aplacar un nuevo foco del incendio, que se reavivó debido al calor que acumuló el inmueble. Ya a mediodía los vecinos temían por la estructura del inmueble, muy afectada en la zona de la cocina y en la habitación del matrimonio. A lo largo del día, el Concello de Lalín también puso a disposición del Parque Intercomarcal de Bomberos su camión para intentar sofocar las llamas, cuya humareda podía divisarse desde lejos.