A pesar de haber dormido una hora menos gracias a la entrada del horario de verano, se contaban por miles los devotos que ayer se desplazaron hasta el santuario de la Virxe do Corpiño, en la parroquia lalinense de Santa Baia de Losón, en una cita que ya se conoce como "Corpiño de inverno" ou "Corpiño pequeno", aunque en realidad este calificativo, con el pasar de los años, se queda casi fuera de lugar.

En realidad, desde primeras horas de la mañana los alrededores de la iglesia acogían numerosos autobuses y turismos particulares, por lo que incluso algunos vecinos habilitaron fincas a modo de aparcamientos, para evitar aglomeraciones de vehículos en la pista que conduce al santuario. Una vía estrecha que, aunque no contaba ni con la décima parte de puestos que la abarrotan en la romería del 24 de junio, era un ir y venir de fieles, cuesta arriba con la intención de oir misa y pedir el favor de la santa, cuesta abajo con las manos acariciando algún exvoto, algún recuerdo en forma de medalla e incluso las rosquillas y panes de maíz, un producto ya típico en estas celebraciones.

Y en medio, además de las celebraciones litúrgicas, los asistentes no olvidaban cumplir con ritos más que asentados en el lugar como pasar por debajo de la imagen, colgar dinero en el manto de ésta como pago a los favores recibidos -o en adelanto de ellos- e incluso tocar una cruz en relieve rehundido ubicada a la salida del templo. Lejos quedan ya escenas vinculadas a la patrona de las enfermedades psíquicas, aunque cabe indicar que en ningún caso esta romería está circunscrita a los fieles de mayor edad, pues a lo largo de la jornada fue frecuente ver a familias enteras que, con mayor o menor devoción, visitaron el lugar. Prueba de ello fueron no sólo el templo y su atrio, sino también el puesto "oficial" de ventas de pequeñas imágenes y recordatorios, así como la sala habilitada para colocar cirios. Y junto a la fe, también se registró el lleno en los puestos de comidas y productos típicos.