El Pontevedra toca fondo en Cádiz (4-2)

Los de Señor se complican en tierras andaluzas y se sitúan a seis de la salvación | El ataque rival, liderado por Chaira y Gabri, fue letal para los granates | Casais anotó para ir a por el 2-2, pero fue insuficiente

Samu Araújo intenta defender un regate de Gabri Martínez.

Samu Araújo intenta defender un regate de Gabri Martínez. / Área 11

Área 11

No hay manera. El Pontevedra se diluyó en San Fernando en una tarde de horrible calor y donde, ya no es noticia, al conjunto de Juan Señor le salió todo del revés. Lucha, sí, coraje, también, pero no es suficiente para ganar partidos en una categoría tan exigente. Sólo cuando entraron los jóvenes en el segundo periodo y ya con dos a cero en el marcador despertó el Pontevedra, pero al final el talento del local Biabiany fabricó dos goles más para un San Fernando que pone los cimientos de la permanencia. Tercera derrota seguida del Pontevedra, anclado en esa penúltima plaza y viendo cómo el tiempo se le agota. Muy malos los síntomas.

Arrancó el encuentro con mucho tanteo, un primer cuarto de hora donde las dos defensas impusieron su ley ante dos ataques ciertamente tímidos. Nadie quería equivocarse antes de tiempo, con Biabiany creando los primeros huys de los andaluces y con un Cacharrón muy atento en las salidas veloces con los pies. El primer aviso claro de los lerezanos, después de un disparo de Churre de volea a la salida de un córner, llegaba a los 19 minutos en una buena combinación que acabó en pies de Brais Abelenda, cuyo centro desde la derecha acababa en córner. Y en el lanzamiento, paradón de Perales al testarazo del propio Brais, ocasión clarísima para los granates.

Y del cero a uno, al uno a cero en otro guiño cruel del fútbol a los de Juan Señor. Percutía Gabri por la izquierda, su centro raso lo controlaba no muy bien Ilyas Chaira en el área, pero ante la pasividad de la defensa del Pontevedra pudo remachar desde cerca a bocajarro y a placer superando a Cacharrón. Primera llegada clara de los cañaíllas, primer mazazo.

Nada más comenzar el segundo periodo irrumpía de nuevo en la contienda Brais Abelenda, controlando con clase para disparar raso con la izquierda a los guantes de José Perales, que intervino muy seguro. Muchas interrupciones en los primeros compases de esta segunda parte.

Mejor los locales en este compás de arranque, con posesión y tranquilidad a raíz del uno a cero en todo lo alto, mientras el conjunto de Juan Señor quería pero no podía. Cómodo el San Fernando defendiendo con orden y saliendo en velocidad buscando las contras. Y en una de ellas no tardó nada en llegar el segundo, cuando el pase de Ilyas Chaira dejaba solo a Gabri para que el jugador azulino, con sangre fría y clase, esperara en carrera al momento idóneo para ajustar al palo el dos a cero una vez caído al suelo el meta visitante. Todo en contra, una jornada más.

Metía Juan Señor a los jóvenes y le salía bien la apuesta de entrada, cuando un centro raso de Álex González en el ecuador del segundo periodo lo remataba con habilidad Víctor Casais entrando al primer palo y superando con un toque sutil a José Perales. Había tiempo para la ilusión en un Pontevedra crecido después de acortar distancias por la vía rápida.

Y a cuatro del noventa, un fallo en la salida de pelota de los lerezanos y la fe de Biabiany en pos de un imposible permitían al francés poner un centro raso que Dani Aquino embocaba con acierto superando a un Cacharrón desesperado, porque la jugada era la sentencia a una nueva derrota. Brais Abelenda no se rendía y probaba teniendo cerca el tres a dos.

Pero nada le sale de cara a este Pontevedra y en la siguiente acción de los locales, Biabiany cambiado de banda volvía a ganar la partida a la zaga granate asistiendo a Luis Ruiz, quien reconvertido en nueve por un día, machacaba el 4-1. Ambiente de fiesta en Bahía Sur, con un segundo gol lerezano anecdótico en el añadido, cuando un penalti claro lo lanzaba Brais Abelenda terriblemente mal, raso y al centro, embocando al menos el gol tras el rechace del arquero Perales. De poco importó, un frágil Pontevedra regresaba de vacío una vez más.

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