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AJEDREZ

La lección de la maestra Amura

La maestra internacional Amura, ayer en Pontevedra, saludando a una de las participantes. Gustavo Santos

Aprendió a jugar con tan solo siete años y asegura que todo se lo enseñó su padre. La serie de Gambito de dama no es ficción para el pueblo argentino, y es que bien podría tratarse de la biografía de una ajedrecista que a los 13 ganó su primer campeonato nacional en un torneo donde tan solo competían dos mujeres y que, posteriormente, llegó a convertirse en la primera gran maestra de Iberoamérica: Claudia Amura.

La campeona argentina visitó ayer la ciudad de Pontevedra para jugar unas simultáneas en la calle y charlar con los alumnos de la Escola de Xadrez de la ciudad de su pasión. A media mañana, la maestra internacional disfrutaba de la Boa Vila e interrumpía su paseo para comentar que “el ajedrez no es algo exclusivo de las élites, por eso queremos llevarlo a la calle y visibilizar que, además de ejercitar la mente, también tiene una función educativa muy importante”.

Amura dice que concibe el ajedrez como un deporte cultural y destaca que es el único en el que los rivales pueden jugar “de igual a igual”. En este sentido, la que fue primera mujer ajedrecista iberomericana en obtener un título de gran maestra femenina, explica que “ningún otro deporte posibilita esto, porque aquí pueden jugar niños contra niñas, mayores contra los más jóvenes, personas invidentes contra personas que ven perfectamente... Incluso resulta beneficioso, por ejemplo, para niños con déficit atención que logran mantenerse concentrados durante mucho más tiempo de lo habitual”.

Un juego para la integración

Claudia Amura entiende que jugar al ajedrez es como hacer matemáticas y da mucha importancia a su valor como herramienta para la integración social. Así, cabe destacar que lideró el exitoso Programa de Ajedrez Social de la provincia de San Luis, donde reside en la actualidad.

Dicho programa, por el que pasó nada más y nada menos que el 50% de la población de la provincia argentina, le ha cambiado la vida a miles de personas, no solo por constituirse como descubridor de talentos deportivos, sino que también ayudó a mejorar el rendimiento escolar, a curar adicciones, a mejorar la reinserción social de la población carcelaria, o simplemente convirtió al ajedrez, para muchos, en uno de los recursos para relacionarse y ser feliz.

Más allá de su palmarés y de su mérito deportivo, esta fue la gran lección que quiso dejar la maestra internacional a su paso por Pontevedra. Asimismo, Claudia Amura hizo especial hincapié en que la proporción de mujeres frente a hombres todavía es inferior y que “cuanto mayor equilibrada esté esa proporción, mayor calidad ajedrecística habrá, porque las mujeres juegan mejor cuando más oportunidades tienen”, concluyó.

“Su visita es un orgullo para la escuela y para la ciudad”

El presidente de la Escola de Xadrez de Pontevedra, Daniel Rivera, destacó que la visita de la maestra internacional “es un orgullo no solo para la escuela, sino también para la ciudad de Pontevedra, porque tenemos la oportunidad de tener con nosotros a la primera gran maestra de ajedrez, la número uno latina que también se situó entre los diez mejores del mundo”. Así, aprovechando su vínculo de amistad, Rivera logró que en su visita a España Amura recalara en la capital de las Rías Baixas para sacar ayer varios tableros a la calle, jugar unas simultáneas, dar visibilidad a este deporte y que los alumnos pudieran charlar con ella.

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