La culpa ya no fue solo de Isabel Díaz Ayuso, que de la presidenta de Madrid te puedes esperar cualquier cosa. La culpa realmente fue de Feijóo, que solo a él se le puede ocurrir decretar el cierre de fronteras en Galicia justo cuando el Pontevedra va a recibir al Deportivo en Pasarón. Que no espere que le vote en los dos próximos milenios. Así que me quedé aislado en este poblachón manchego que sigue siendo Madrid mientras nos jugábamos el liderato contra el Coruña, que así al menos le llamábamos en mi infancia, cuando el fútbol era más importante que la penicilina. Eso sí, lo que hice fue llamar a la presidenta del Pontevedra, Lupe Murillo.

- Lupe, ya que no puedo ir yo, al menos que vaya mi hijo pequeño Mario, que está en Pontevedra.

- Lo siento, Xabi, pero solo pueden entrar los socios que decida el sorteo. Ya sabes que seguimos en régimen de pandemia.

- Lo que quieras Lupe, pero yo estoy confinado en Madrid y ese partido no se puede jugar sin un Fortes en la grada…

- Lo siento, Xabi, pero lo que diga el sorteo…

Al cabo de 10 minutos me llama Mario.

- Papá, me han llamado del Pontevedra. He salido en el sorteo elegido para ver el Pontevedra-Depor.

Tras desearle suerte lo primero que hice fue acercarme a Doña Manolita a comprar unos décimos para el sorteo de Navidad. Ya llamaré a Lupe para que me los bendiga.

Desde las saudades confinadas de Madrid recordé, cuando le pedí a la lotera toda una serie, que justo con 14 años, la edad Mario, vi mi último Pontevedra-Coruña de Liga, hace estos días 40 años redondos.

Era la temporada 80/81, y en el penúltimo partido de la primera vuelta recibíamos al equipo blanquiazul en aquel grupo primero de la muerte de Segunda B en el que también estaba el Celta. Había tanta gente en Pasarón que tuve que seguir todo el partido subido al tejado del vestuario, la esquina que unía las gradas de Sur y Tribuna. En el primer tiempo marcó nuestro central Bea al saque de un corner. Lo mismo hizo en el segundo. No marcó más goles en toda la temporada, pero ganamos 2-0.

Siete días después nos visitó el Celta, líder destacadísimo. Acabaría ascendiendo a Segunda A junto al Depor a varias jornadas del final. Esta vez Bea no marcó pero al menos empatamos y acabamos la primera vuelta con un positivo.

La segunda vuelta no nos fue muy bien y tuvimos que cambiar hasta tres veces de entrenador y una de presidente. Así son las crisis en Pontevedra. El mister era Martialay y Miguel Domínguez el mandatario cuando fuimos a Riazor en la penúltima jornada. El coliseum coruñés estaba de reforma para el Mundial 82 y para cuando Miguel se sentó en el palco provisional a los diez minutos ya perdíamos 2-0. Al final nos cayó la manita y bajamos matemáticamente a Tercera.

Ese domingo me dispuse a ver el Estudio Estadio por la noche para ver si superaba la depresión porque había perdido el Madrid. Solo se daban resúmenes de Primera. Cuando a punto de acabar el programa Miguel Vila, el presentador, dijo que de forma excepcional iban a emitir un resumen del Deportivo-Pontevedra (5-1) de Segunda B no daba crédito a semejante infamia.

La excusa fue que habían renovado en Galicia los sistema de grabación con el novedoso sistema de vídeo para sustituir a las antiguas cámaras de cine de cara al Mundial 82. Siete días después lo mismo. El Celta nos metió 5 en Balaídos y volvimos a salir en Estudio Estadio. No entiendo cómo acabé trabajando en TVE.