Iria Varela viene apuntando maneras desde hace tiempo. Hace poco menos de un año era convocada en una concentración con la Selección Española. Con solo 15 años pasado sábado debutó en la máxima categoría del fútbol sala con el Poio Pescamar, un hito más que hace ver todo lo que aún le queda por demostrar.

Iria se muestra muy feliz, habla con serenidad y con una madurez aplastante para su edad. Recuerda constantemente que salió a la pista por una molestia de Silvia Aguete y una tarjeta roja a Caridad. “Fue todo muy rápido, cuando vi la tarjeta pensé, bueno sale Silvia, pero luego me di cuenta de que salía yo. Todo el mundo se giró hacía mí, no sé casi ni qué me decían. Me quité la mascarilla y la sudadera corriendo, y calenté lo poco que pude”, recuerda.

La cadete tuvo que encajar un gol, algo que nunca es de buen gusto. “No gusta perder. En las jugadas que fallo intento pensarlo solo en ese momento, olvidarme el resto del partido y estar en el momento”, comenta. También paró un tiro a portería, pero le quita un poco de importancia y agradece la ayuda de sus compañeras: “Me ayudaron muchísimo y defendieron muy bien”.

Reconoce que piensa en el debut y fue “como estar en una nube”, un sueño que ahora empieza a creerse, pero delante de la portería solo piensa en el trabajo. “Una vez estás ahí no piensas en la categoría que estás jugando. Piensas en que estás ahí para parar. El resto da igual”.

Iria habla con admiración sobre sus compañeras, Silvia y Caridad. “Ellas siempre están ahí, son como mis madres deportivas. Siempre estoy bajo su ala. Me ayudan en todo. Tengo la oportunidad de aprender de las mejores porteras de España e incluso del mundo”, apunta. Además piensa en este momento y solo tiene palabras de agradecimiento a todos aquellos que han estado con ella en su aún corta carrera, “desde que jugaba en el parque hasta ahora, sin todo eso no estaría aquí”, espeta con una templanza que asombra.

Como cadete aún no ha comenzado los entrenamientos, por ello solo la oportunidad de poder volver al ejercicio en el día a día le parece un gran regalo. La joven intentaba hacer ejercicio en casa a diario hasta la llamada de Cossío. Reconoce que los primeros entrenos después de tantos meses fueron duros, pero ahora solo quiere seguir trabajando, por lo que cada día se desplaza desde Moaña a Poio, gracias a su familia, para mejorar. Esta semana continúa entrenando con el grupo y todo apunta a que volverá a estar convocada para el próximo partido.