El proceso de rehabilitación ha sido especialmente duro porque, con la cuarentena de por medio, ha tenido que hacer sola la rehabilitación, con la ayuda del fiseoterapeuta y del preparador físico del club a través de videollamadas, sin llevar un control real y pautado. "Creo que trabajé muy bien para no tener a nadie, se retrasó un poco el tiempo, pero es algo normal y no he tenido problema a la hora de volver", reconoce.
Antía reconoce que tras la cuarentena todas las jugadoras han perdido nivel y expresa las ganas de volver a jugar en grupo, aunque aún le queda trabajo por delante. "Nunca tuve estas piernas, pero poco a poco voy ganando músculo y se nota en la fuerza y estabilidad, que es lo que más miedo me da", señala.
Trabajo mental
Para la rojilla lo más duro de este proceso ha sido el trabajo mental. "Es algo que tienes que trabajar día para no venirte a bajo y salir de un bucle en el que solo ves cosas negativas, y para eso hace falta mucha mente fría, tener los pies en el suelo y no querer adelantarte a nada", recuerda señalando que la ayuda de un psicólogo ha sido muy importante, también la de su compañera Clara y su familia.
Para Antía esta recuperación ha sido aún más dura que la de la pasada campaña, porque comparaba los tiempos de rehabilitación: "Te dices que no vas bien, que en la otra recuperación ibas más rápido... Pero tienes que pensar que no es la misma rodilla".
El año pasado firmó por dos temporadas con el Poio Pescamar por lo que disputará la Copa de la Reina, algo que le hace especial ilusión. Entre sus mayores miedos está el no sentirse como antes en la pista, pero no para de pensar en volver a ella. "Tengo muchas ganas de que empiece la temporada, tengo ganas de volver a jugar, sentir la presión de A Seca, a la afición y volver a juntarnos todas", anhela.
La jugadora se muestra muy agradecida al club por su trato, confianza y por hacerse cargo de su adaptación deportiva, por lo que está deseando devolverle todo ese apoyo en A Seca y volver a sentirse deportista vistiendo la camiseta.
