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fútbol sala

Vivir dos veces la llegada del virus

Ceci Puga estaba jugando en Italia cuando llegó el coronavirus ä Volvió a Marín antes del cierre de fronteras

La jugadora en un local de Marín. // Gustavo Santos

Vivir dos veces la llegada del coronavirus y sufrir las restricciones doblemente es posible. Ceci Puga se encontraba jugando en Italia cuando el virus llegó al país. Salió de él in extremis antes de que se cerraran las fronteras, pocas semanas después de que llegara a su Marín natal, vio como la historia se repetía.

La jugadora de fútbol sala fichó esta temporada por el italiano Real Statte, tras su marcha del Poio Pescamar. El club se encuentra al sur del país, en Tarento, en el tacón de la bota italiana, una zona a la que el virus tardó algo más en llegar. El equipo iba primero de la categoría cuando veía como se cerraban las ciudades del Norte del país y se aplazaban encuentros que conllevaran largos desplazamientos por acuerdo propio. "Era algo progresivo, al principio podíamos entrenar tomándonos la temperatura, luego solo en el gimnasio y al final se cerró todo", cuenta Ceci.

La de Marín cuenta que todo pasó muy rápido. Su madre viajó para visitarla a comienzo de febrero y la situación cambió tanto que desde el club le avisaron de que se fuera cuanto antes y que se llevara todas su pertenencias porque todo podía cambiar. "Al final nos fuimos juntas. Fue muy rápido, pasamos toda la noche sin dormir recogiendo y empaquetando todo lo que me pude llevar gracias a su maleta. Nos fuimos de madrugada aunque el vuelo salió sobre las 8 de la mañana porque todo era muy incierto. No me esperaba algo así"s, reconoce.

Ambas partieron del aeropuerto de Bari con escala en Bruselas y Madrid para llegar finalmente a Vigo, agradeciendo que esta no fuera en Milán (que ya era un foco de infección grave) como en otras ocasiones.

Cuando llegó aquí vivió unas semanas de normalidad, pero ya sabía que no iba a durar mucho. "Le decía a mi entorno que aquí pasaría igual y se empezarían a cerrar comercios y no me creían. Pero allí empezó igual. Un día son cuatro casos en el Norte, al siguiente 20, 30 y 40", recuerda.

La jugadora reconoce que ha llevado bien la cuarentena, centrada en hacer gimnasia y entrenar por si tuviera que volver a la competición, algo que ve muy poco probable.

Sobre la temporada con el Real Statte destaca que " el equipo es como una familia" y que se ha sentido muy bien acogida. Sobre la renovación no tiene nada claro: "Aún no se sabe nada, el club tiene que hablar con los sponsors y ver como se planifica la próxima temporada con la crisis que va a haber". De todas formas a sus 32 años Ceci se está replanteando su futuro en el fútbol sala y si es el momento de retirarse o continuar una temporada más. "Estoy pensando si seguir o retirarme y dedicarme a lo que estudié, porque cuando quiera trabajar como nutricionista va a ser complicado. La alta competición te exige horarios de entrenamiento complicados, además de los viajes, que a veces son los jueves. Si me ofrecieran renovar me lo pensaría, es una opción, pero tengo que pensarlo bien", reflexiona.

Después de varios años jugando en Italia la marinense reflexiona sobre la profesionalización de la disciplina. "Allí se gana bastante más dinero, está más profesionalizado, mejor visto a nivel social, se ve más en la tele y hay más afición. No hay la necesidad de tener otro trabajo mientras juegas y te puedes dedicar al 100% al fútbol. Además es un fútbol sala diferente, más rápido, más físico", resume. Ahora, pensando en su retirada tras jugar desde los cuatro años, recuerda los mejores momentos de su carrera, entre los que no falta el ascenso con el Poio, estar en la selección española, quedar subcampeona del mundo y jugar dos mundiales.

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