Tercera victoria consecutiva de un Pontevedra claramente al alza. Como se suele decir a entrenador nuevo, victoria segura. Pero no fue por fortuna, fue por trabajo, dedicación, garra y sobre todo efectividad ante Las Rozas que ve como pierde su primer partido en su feudo. Y no fue nada fácil. Se tuvo que reponer al gol inicial de Fran Rivera y sufrir en varias fases del partido. El gol psicológico de Álvaro Bustos antes del descanso fue el revulsivo que necesitaron los de Pouso para pensar en la remontada. El autogol de Iñaki y el tercero y definitivo de Álex González dejan a los granates en disposición de pensar en algo más a lo largo de la temporada.

Nuevo entrenador, nueva experiencia. Los granates se plantaban en el complicadísimo Estadio de Navalcarbón con la idea de seguir progresando en la clasificación e ir acercándose poco a poco a los puestos altos de la clasificación y con la presencia del nuevo míster, Carlos Pouso, en el banquillo. Las Rozas sin saber lo que es perder en casa, hace de Navalcarbón su fortín para poder certificar cuanto antes su salvación. El Pontevedra jugaba con el viento en contra y le costaba cuando intentaba desplazar en largo. Pero los granates habían salido a dominar el encuentro, entrando por bandas y buscando a Adighibe en la punta de ataque. La primera jugada de peligro llegó en las botas del lateral Borja González. El defensa roceño soltó un potente chut en el minuto 7 que estuvo a punto de sorprender a Edu Sousa que realizó una palomita de gran nivel. Tras los primeros diez minutos de juego el partido se empezó a embarullar. Las Rozas intentaban salir con el balón jugado desde la defensa, pero con poco acierto. Llegando al cuarto de hora, los del Lérez tuvieron una doble ocasión. Primero Adighibe remató horrible cuando se plantó ante Yelco y posteriormente Álvaro Bustos no centró de forma correcta tras la primera jugada trenzada granate.

Pouso estaba muy encima de su defensa, pidiendo una subida de líneas para presionar y robar lo más arriba posible. Los madrileños no eran capaces de sacar limpio el balón y no creaban peligro ante la meta de Edu. Cuando mejor estaba jugando el Pontevedra llegó el jarro de agua fría para los granates. Era el minuto 21 cuando en una jugada por banda derecha del ataque roceño, Albur cedía a Toño Calvo, que daba el pase de la muerte a Fran Rivera que batía a Edu. Ese gol golpeó duramente a un Pontevedra que no merecía estar por debajo del marcador. Entonces los de Pouso le echaron coraje al partido. Se vinieron a arriba en busca del empate. En el minuto 34 Campillo estuvo a punto de conseguirlo. Un saque de esquina botado por Álex Fernández desde la izquierda encontraba, en el segundo palo, la cabeza del lateral pontevedrés que ponía en acción los reflejos del meta madrileño que sacó como pudo el esférico a córner. Justo cuando el árbitro se disponía a pitar el descanso Bustos se encontraba un buen pase en profundidad y con un sutil toque cruzaba el esférico a Yelco que sólo pudo ver como golpeaba su palo derecho y entraba.

La segunda parte comenzó con cambio en Las Rozas, Lolo Escobar buscaba más profundidad con el experimentado Turégano. La salida de balón roceña era muy arriesgada y eso lo aprovechaban los del Pontevedra para robar y salir rápido a la contra. Bustos, al minuto de la reanudación, estuvo a punto de certificar la remontada, pero su tiro golpeó en la parte posterior del palo izquierdo de Yelco. Con el dominio del campo en manos de los pontevedreses, los de Lolo eran incapaces de salir de su campo salvo en contadas ocasiones. Tal fue el dominio que llegó el gol granate. En el minuto 55, en una nueva jugada de Bustos por banda derecha, el extremo centró al área pequeña donde el central Iñaki después de rebotar en el meta Yelco introducía el balón en la portería. Se había conseguido lo más complicado. Ahora faltaba rematar el encuentro. En el minuto 62, otra vez Álvaro Bustos dejaba en bandeja un balón a Álex Fernández que mandaba fuera rozando el palo izquierdo del meta madrileño.

En el minuto 64 llegó la jugada polémica del partido y a partir de ahí la locura en los de Navalcarbón. Albur era claramente derribado por Campillo. Cuando el trencilla iba a pitar se sacó el pito de la boca y dejó seguir el juego. Las posteriores protestas acabaron con Lolo expulsado y su equipo exacerbado. Los de Pouso intentaban frenar el partido y no pasar apuros en los últimos minutos. Y no los pasaron. En el minuto 80 Romay robó el enésimo balón y cedió a Álex González que no falló y batió bajo las piernas a un vendido Yelco. El Pontevedra había sido mejor y lo estaba ratificando. Los minutos finales no sirvieron para nada. Las Rozas desquiciados con el árbitro y los granates dejando pasar el tiempo y pensando ya en su próximo partido contra el Marino de Luanco.