El Pontevedra finalizó esta tarde oficialmente la temporada con una victoria en casa del Real Madrid Castilla gracias al gol de Mikel Arruabarrena cuando se cumplía la primera hora de juego. El conjunto granate, para el que este partido era un mero trámite pues ya no se jugaba nada, acaba la liga regular en una meritoria sexta posición, con buen sabor de boca por la imagen ofrecida en casa de uno de los equipos más fuertes de la categoría, pero también con una sensación agridulce por no haber podido alcanzar el sueño de disputar el play off.

El encuentro de esta tarde en el Alfredo Di Stéfano comenzó con un Real Madrid Castilla muy incisivo y que llevó el peso del partido, consciente de que una victoria le podría valer para escalar algún puesto en la tabla y lograr un enfrentamiento a priori más asequible en la primera ronda del play off. Los granates, con un once con varios de los hombres que han contado con menos minutos esta temporada, se limitaron a estar bien colocados sobre el césped y a defender las acometidas locales, cediéndoles la posesión del balón y esperando alguna ocasión a la contra.

Después de varias intervenciones de un Ualoloca muy seguro bajo palos, llegó esa ocasión que buscaba el Pontevedra. Al filo del descanso, Arruabarrena recibió un balón en profundidad y cuando estaba a punto de plantarse solo ante Luca Zidane, De la Fuente lo agarró en el pico del área, siendo expulsado al ser el último defensor. Álex Fernández lanzó esa falta con la que se terminó el primer tiempo.

En la reanudación, el Pontevedra se vino arriba al contar con un hombre más. Sin presión por no jugarse ya nada, los granates fueron creciendo en el partido hasta que en el minuto 59 Arruabarrena se reencontró con el gol, un gol que se le había atragantado durante toda una segunda vuelta de sequía. El delantero vasco cabeceó a la red un gran centro de Pedro Vázquez.

El Real Madrid Castilla trató entonces de reaccionar, pero el Pontevedra siguió en su línea, bien colocado sobre el césped y disfrutando de un último partido de liga en el que Luismi repartió minutos entre sus futbolistas menos habituales y en el que los pocos aficionados granates que se desplazaron al campo pidieron su continuidad desde la grada.