Hay cosas que no tienen explicación...o sí. Hace un par de semanas, un Miércoles Santo lluvioso en el que me había pasado toda la tarde ordenando datos para la biografía de un presidente del Pontevedra C.F., decidí al escampar salir a estirar las piernas, desentumecer la espalda agarrotada y tomar unos vinos por la zona vieja de la ciudad. Al doblar la esquina de la calle Real hay un establecimiento para enmarcar retratos, fotos antiguas y espejos, que ya existía cuando era un niño. Allí, en el centro del escaparate, a modo de reclamo, habían colocado una foto en blanco y negro en la que se apreciaba la vieja tribuna de madera del también viejo Pasarón. No pude evitar dar un respingo al descubrir de qué se trataba. Era el 14 de abril de 1963.

He repasado en muchas hemerotecas y archivos familiares gran cantidad de fotos sobre la historia del Pontevedra y nunca había visto nada semejante. Normalmente los fotógrafos no perdían un instante del lance del juego, especialmente cuando todo podía cambiar en una jugada, como era sin duda el caso de aquella tarde. No había tantos medios gráficos como ahora y ninguno desde luego era digital, con capacidad de disparar una gran cantidad de instantáneas por segundo. Entonces era todo mucho más rudimentario y artesanal. Perderse el gol de un histórico ascenso a Primera podría suponer en el mejor de los casos una buena bronca, y en el peor, algo más que un descuento en la nómina.

Por eso no deja de ser curioso que un fotógrafo, sin duda con alma de reportero, decidiese cambiar el objetivo por un instante y capturar el grado de tensión que se vivía en el banquillo granate. Ahí vemos en primer término al delegado, con el brazalete, gafas oscuras y un bigotillo muy recortado y muy de la época. En su rostro se mezcla la preocupación, la angustia y el cabreo. Eran los últimos minutos del partido, ganaba el Celta 0-1 y se esfumaba el ascenso. A su lado, con una expresión similar, está Rafael Yunta Navarro, el 'míster', a continuación, medio entrecortada, se distingue la cara de su ayudante, Carolo, y poco después la de Tito Estévez, el portero suplente y propietario, según he podido comprobar, de la inédita fotografía. Lo mismo se puede decir de los chavales que están al lado del banquillo, a la derecha, tocados con unos sombreros de cartón que regalaban a la entrada del histórico partido.

Y es que este partido y esta foto necesitan también su contexto. El Pontevedra se jugaba por primera vez en su historia el ascenso a Primera División ante el vecino vigués, representante gallego habitual en la máxima categoría pero que ahora penaba en Segunda. Era la penúltima jornada de Liga, al Pontevedra le valía el empate y los celestes acudían sin opciones. De hecho su presidente había felicitado por adelantado a su homólogo granate al llegar al palco de Pasarón. "Miguel, no sufras, que el empate lo tenéis asegurado" le dijo en el protocolario apretón de manos. Luego se sabría sin embargo que había dado a sus jugadores en secreto prima doble por evitar el ascenso de 'los vecinos de la capital'. El resto lo haría el Español (rival directo del Pontevedra) con una prima de 30.000 pesetas por barba a cada jugador vigués.

Sufriendo

Dio resultado. El Celta fue muy superior ese día y ganaba 0-1 (con gol de Polito) a cinco minutos del final, cuando se sacó esta foto. Si observan también verán que un poco más arriba del banquillo, entre el público, justo debajo de lo que debía ser el palco, se aprecia el trípode de una cámara de Cine, la del NO-DO, que por primera vez venía a Pasarón. El operador seguía con detalle todos los ataques de los celtiñas porque el choque era un monólogo vigués. No muy lejos debía de andar 'El Virutas', apasionado seguidor pontevedrés que rumiaba para sus adentros el supuesto gafe que nos traía el NO-DO, y también 'Miguelito' Domínguez, el hijo del Presidente granate, que me narró esta historia, y protagonista de esa biografía de la que les hablaba.

Muy poco después de ser tomada esta foto todo cambió. Ceresuela, nuestro ariete, salió a atarse una bota fuera del campo y se sentó en una cabeza de ajo. Quedaban 4 minutos de juego. Se reincorporó justo para el primer saque de esquina que forzaba el Pontevedra en todo el partido. Lo botó Recalde desde el banderín que unía las gradas de Norte y Preferencia, despejó Cantero de puños, la pelota llegó a Ferreiro en el costado izquierdo, se la cedió a 'Cere', y éste, desde la frontal y a bote pronto, agarró un voleón y la coló por toda la escuadra.

Pasarón reventó por sus costuras y parte de los aficionados invadieron el campo para celebrarlo y parar el partido. El Virutas lo celebró de otra manera, haciendo añicos la cámara y su objetivo kodak de 35 milímetros contra la grada. "Jraba agora o que queiras' le soltó al alucinado operador de NO-DO.

Pero la mayor de las sorpresas llegó cuando reparé en unas filas más a la izquierda del banquillo. Al frente de la policía armada distinguí el rostro de perfil mi padre, el Teniente Fortes. Es el primero de los agentes que está en la fotografía, sentado a pie de campo y con gorra de plato. Imagino que sería por tanto el que tuvo que realizar el atestado policial del incidente. ¡Qué cosas! Sabía que había sido militar y policía antes de montar una célula antifranquista y ser expulsado del ejército, pero nunca que estuviese vigilando la seguridad en ese Pontevedra-Celta de 1963. Hoy se cumplen justo 55 años de esta foto inédita. Yo aún no había nacido, lo haría tres años después. Lo que hubiera dado por estar en ese partido.