Un reparto de puntos en un derbi como el disputado ayer en el campo de O Vao podría haber sido un buen resultado para los dos equipos, pero una lectura en profundidad deja ver que las sensaciones no fueron iguales en uno y otro lado.

El Pontevedra acabó el partido con una sensación agridulce después de haber dominado el marcador durante muchos minutos. Sumó un punto que no le vale para abandonar el puesto de promoción de permanencia, y esta tarde los granates estarán pendientes de lo que haga la Segoviana por si caen a puestos de descenso. Para el Coruxo la sensación es totalmente diferente. El punto logrado sabe a gloria, y tanto jugadores como cuerpo técnico le dan una gran importancia, a pesar del golaverage perdido ante los granates.

El partido de ayer en O Vao tuvo un protagonista destacado, y fue la lluvia. Por si no hubiera caído agua suficiente en las horas previas, minutos antes de iniciarse el encuentro cayó una tromba tan grande que impidió que el drenaje del campo asumiera todo el agua y esta se acumulara. Esta situación provocó que el balón circulara con excesiva velocidad y, en muchos casos, fuera complicado controlar el balón.

Fue el equipo vigués el que quiso llevar el peso del encuentro ante un Pontevedra que comenzó con muchas dudas en defensa, pero que poco a poco fue creciendo. No hubo demasiadas llegadas al área durante los primeros cuarenta y cinco minutos, ya que la lucha se desarrollaba en el centro del campo sin que hubiera un claro ganador.

Sin embargo, las ocasiones más claras fueron para el equipo dirigido ayer por Jacobo Montes. Silva no tuvo su tarde, ya que el delantero dispuso de hasta tres mano a mano con Edu para romper la igualdad en el marcador. La primera en el minuto cinco con un centro al que no llega Higón, En el veintidós el segundo y un minuto después una doble ocasión de Silva y Juampa, con Edu de nuevo como gran protagonista.

Pero al Coruxo le siguen penalizando en exceso los errores defensivos, y a la media hora de juego un saque de esquina acaba en el gol del Pontevedra tras un rechace y quedar el balón muerto en el área pequeña. Éder, que debutaba ayer como titular en liga, fue el autor del tanto que además es el primero fuera de casa de la era Luismi en el banquillo granate.

En la segunda parte el Coruxo dio un paso al frente. Los vigueses adelantaron líneas y se hicieron con el control del centro del campo, aún a riesgo de que jugar tan adelantado podía provocar las contras de los granates. Los jugadores del Pontevedra las tuvieron, pero Alberto no se vio obligado a intervenir demasiado y casi todos los disparos se marchaban lejos de su portería.

La insistencia tuvo su premio finalmente para los locales, y a cinco minutos para el remate del encuentro, Fernando conectó un potente disparo al aprovechar un balón que había quedado muerto. Fue una explosión de júbilo, como si se hubiera ganado algún título, ya que los jugadores del Coruxo eran conscientes de que es un punto muy importante para la permanencia.