Cuarta derrota del Pontevedra en las primeras cinco jornadas del campeonato. El conjunto granate tampoco sumó en el Fernando Torres de Fuenlabrada y los de Luisito amplían la mala racha. El comienzo gallego fue ilusionante pero se acabó quedando en un espejismo que Dani Fernández y Hugo Fraile se encargaron de diluir. El Pontevedra no fue el mismo en un segundo acto sin reacción en el que apenas inquietaron la meta del meta Pol Freixanet. Únicamente el tiempo dirá si ese inicio fue solo un espejismo o el principio de una mejora de cara a jornadas venideras para el equipo de Pasarón.

Tras lo mostrado en las primeras jornadas, los granates saltaron al terreno de juego fuenlabreño aportando argumentos que hacían presagiar alegrías. El equipo pontevedrés encontró la tecla para llegar al área contraria gracias a la participación tanto de Marcos Álvarez como de David Añón y a una positiva versión de Jorge Hernández, que en su regreso al once inicial encontró un hueco aprovechable justo detrás de la posición de Etxaniz.

De esa forma llegaron los primeros acercamientos gallegos. El peligro de los extremos en las bandas, así como el trabajo de Jorge pusieron en aprietos a la defensa de un Fuenlabrada paciente, que contaba con la posesión del balón pero que veía como el Pontevedra presionaba la salida del esférico y rondaba con más claridad la meta de Pol Freixanet.

La mejoría con respecto a otros encuentros del conjunto granate se confirmó gracias al mencionado Jorge Hernández, que mediado el primer tiempo se encargó de hacer un envío al larguero de la meta madrileña. Una oportunidad que podría haber cambiado el resto del partido pero que se quedó en eso, un intento de cambiar lo que pudo ser y que finamente se terminó truncando. Si hubo esperanza fue a base de saques de esquina que nunca fueron rematados y de lanzamientos lejanos de Kevin Presa que, con más corazón que cabeza, intentaba dar alegrías a un Pontevedra necesitado de ellas.

Tras el descanso llegó el mazazo. Siete minutos después del refresco, el lateral Dani Fernández se coló a través de su banda y, tras un afortunado rebote, fue capaz de cruzar su disparo y batir a un Edu Sousa que, al igual que su defensa, se vio impotente ante el lanzamiento del emeritense. Hasta el momento el Fuenlabrada había tocado el balón hasta prácticamente la saciedad, y nada cambió con la ventaja en el marcador. Los de Calderón mimaron la pelota, se la escondieron al Pontevedra y los de Luisito nunca volvieron a ser los de la primera parte.

En defensa, el tanto desgastó a Bruno Rivada y a David Goldar y los hombres en ataque del Fuenlabrada se hicieron con el protagonismo. Mientras el local Milla se hizo con el mando de las operaciones, los visitantes David Añón y Marcos Álvarez dejaban mostrar un cansancio que fue pesando en el ataque de un Pontevedra que no sólo se vio inferior, sino incapaz de acercarse al área madrileña con intenciones meramente ofensivas.

El gol cayó como un yunque, tan pesado que las piernas ya no respondían como antes. Lo que era un intento de presión se convirtió en desconcierto, lo que eran minutos por delante para remontar se tornó en una cuenta atrás. El Fuenlabrada creció tras el tanto, si no por que pisar el acelerador con más convicción, sí porque los granates parecieron dudar. Aturdidos.

En busca de la reacción

A Luisito le quedaban los cambios y movió el banquillo nada más encajar el primer gol con la entrada del espigado Iván Martín, pero la participación del delantero andaluz en el ataque granate se redujo a intentar poner en juego los larguísimos balones que venían de la retaguardia y que con bastante normalidad acababan en los pies de los efectivos en el medio ataque del equipo dirigido por Antonio Calderón.

Como en el primer tiempo había pasado con el Pontevedra, los madrileños empezaron a llegar con claridad y con, lo que es más importante, intención de hacer el segundo por la vía rápida y sentenciar el partido. Entre los defensores no lograban repartirse el trabajo y las llegadas locales, aunque sin demasiada claridad, acabaron encerrando en su área a un Pontevedra incapaz, al que le pesó mucho ir por detrás y que solo desde el córner o con disparos muy lejanos podía poner en verdadero peligro la meta defendida por Pol.

Al igual que en el caso de Iván Martín, los cambios a la desesperada en la recta final quitaron más que dieron a los granates. Entre Berrocal y Álex González lo intentaron, pero ninguno de los dos se mostró como el jugador clave que necesitaba el conjunto pontevedrés. Para cuando entraron al terreno de juego, no parecía que al Pontevedra le bastara con otros jugadores. Sencillamente necesitaba otros partido y este no apareció. Un equipo sin profundidad ante un Fuenlabrada dueño del balón que, sin precisar todo el acierto del mundo, sí fue capaz de dejar muestras de la gran calidad de su plantilla.

Profundidad sí fue lo que precisamente tuvo el Fuenlabrada, que a través de Hugo Fraile, un puñal en banda diestra, sentenció el partido cuando este agonizaba. Una jugada rápida en la que Jimmy se vio superado, que Fraile envió al poste y que de forma desafortunada en el rebote, entre David Goldar y el meta Edu Sousa colaron en su propia portería para poner el acento a la mala suerte del Pontevedra.