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La Segunda B que le queda al Pontevedra

Todavía faltan por conocer los nombres de dos de los nuevos inquilinos de la liga - La plaza del Mallorca B será ocupada por el Peña Deportiva de Ibiza y el Peralada se postula para ocupar la del descendido Gavá

La plaza del Boiro es la que a día de hoy está más en el aire y que influye directamente al Pontevedra. // Rafa Vázquez

En esta Segunda B de las 80 Sociedades Anónimas Deportivas, la división geográfica y el dominio económico de unos filiales contra los que el 75% de los equipos de la liga no pueden competir en igualdad de condiciones financieras, la liga mantiene aún en blanco el hueco de dos de los equipos que van a formar parte de la competición en la temporada 2017-2018.

El problema de fondo no es otro que el dinero. La crisis económica se ha dejado notar de gran forma en todo el balonmpié español, cebándose especialmente con un fútbol modesto al que cada vez le cuesta más encontrar un patrocinador que apueste fuerte por el deporte como plataforma publicitaria que genere retorno a su empresa. El propio club lerezano arrastra una pesada losa de deuda generada en los años de bonanza deportiva en la que clubes de toda España gastaban lo que no tenían para competir en igualdad de condiciones con todos los equipos.

Las consecuencias de los excesos se están cobrando víctimas casi cada año. Muchos clubes ven a finales de junio truncadas sus ilusiones deportivas viendo como la Federación se ve obligada a descenderlos de categoría en castigo a unos excesos en lo económico que finalmente acaban perjudicando a los dos actores principales de este negocio, el futbolista y la afición. Mientras unos no cobran las cantidades que tienen prometidas, otros ven como el club al que profesan su amor es condenado a un futuro incierto en el que el esfuerzo del año tiene el mismo valor que un cheque sin fondos.

Con este panorama se han encontrado dos municipios como Boiro y Gavá, lugares donde sus equipos cumplieron sobre el terreno de juego con todo lo que se les exigía pero que no pudieron afrontar todo el gasto que se les vino encima y sucumbieron víctimas de su propia ambición por no poder o no saber hacer frente a las apreturas y exigencias económicas de la categoría antesala del fútbol profesional.

El resultado es que la división de bronce del fútbol español se queda huérfana de dos equipos que por motivos externos a lo deportivo no van a salir a competir y el problema que subyace en toda esta situación es encontrar ahora inquilinos para esas plazas. La economía vuelve a entrar en juego pues la solución no es otra que sacarlas a la venta por un valor quizás inasumible para la mayor parte de los equipos de Segunda B o Tercera que tienen preferencia de compra. 133.000 euros (la media de las deudas de Boiro y Gavá) es lo que hay pagar por un asiento en la categoría de bronce. La historia puede ser nuevamente como el pescado que se muerde la cola, un equipo que se arriesga a realizar la inversión para cumplir un sueño y que finalmente acaba sepultado por la ambición de sus propios deseos al no poder soportar el peso de un categoría mayoritariamente deficitaria.

Influencia en Pontevedra

La manera en la que el Pontevedra se ve influido en esta situación es directa. Si bien la plaza del Gavá o la del Mallorca B (descendido por el arrastre de la pérdida de categoría del primer equipo y cuya plaza ha sido ofrecida sin coste alguno al Peña Deportiva de Ibiza) no parecen influir en la capital del Lérez más allá de en posibles rivales para un hipotético play off o play out.

No en vano, tal como indican medios catalanes, todo parece indicar que el puesto vacante que dejó libre el Gavá será ocupado con total probabilidad por el Peralada (rival que cayó en la eliminatoria por el ascenso contra el Rápido de Bouzas) que pagará los 133.000 euros gracias a la inyección económica propiciado por el recién ascendido a Primera, Girona CF; con el que mantiene un acuerdo de filialidad.

En el caso del Boiro, su plaza como rival gallego en la categoría está directamente relacionada con el grupo en el que el Pontevedra jugará la campaña que viene y la presencia o no de un rival de la misma comunidad autónoma puede alterar la configuración del grupo de gran manera. En ese sentido, el orden de prioridades en la compra del citado puesto en Segunda B pasan por Cerceda (en apuros económicos pero planteándose la inversión) primero y Bergantiños después como mejor clasificados de la Tercera gallega y a continuación el resto de los equipos de esta liga por orden de clasificación. En caso de que ninguno pueda hacer frente al pago de los más de 130.000 euros, el siguiente en la lista es el gallego descendido el pasado curso, el Somozas. A partir de ahí entrarían en el juego también el resto de equipos españoles. El plazo para demandar el puesto termina el próximo viernes.

Todo lo que no sea que la plaza sea cubierta por un club vecino, no solo aumentaría el gasto en desplazamiento de los granates para la próxima campaña sino que también modificaría la configuración grupal hasta el punto de que uno de los grandes de la categoría como el Rácing de Santander (único representante cántabro de la categoría) podría ser rival o no del Pontevedra en el caso de que el reparto geográfico sea similar al de la 16/17.

Paralelamente el Boiro está llevando a cabo un proceso legal para reclamar a la RFEF la plaza al sostener que el pago de la deuda pendiente con los jugadores, por un montante total de 94.000 euros, se había realizado ya y que el retraso en los plazos marcados por el ente federativo solo se produjo debido a una presunta estafa de un grupo inversor que había prometido hacerse cargo de la deuda en el tiempo estipulado. Las probabilidades de que la Federación resuelva del lado de los de Barraña son pocas.

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