El sueño se ha puesto muy cuesta arriba para el Pontevedra en este play off. El Murcia pasó como Atila por el césped de Pasarón y arrolló a un equipo granate que sucumbió con claridad ante un rival con una pegada de otra categoría que supo castigar de la peor forma cada error defensivo de la zaga local para un contundente 3-0 en 50 minutos. Bonilla logró maquillar el resultado a diez minutos del final desde los once metros y a lo "panenka".

Partido de tensión y contención el que planteó el Murcia desde el comienzo. Los pimentoneros consiguieron que se jugase a lo que ellos quisieron, impidiendo al Pontevedra imprimir su intensidad característica y, en definitiva, dejando que se viera poco fútbol en el campo al margen de las pinceladas en ataque fruto de la calidad que ambas escuadras tienen en ambas áreas.

El primero en avisar fue el Pontevedra. Añón remató a bocajarro, lanzándose al suelo, un centro enviado por Eneko tras una contra lanzada por Íker Alegre tras un despeje de la zaga granate. El coruñés metió la puntera del pie pero se encontró con Simón muy encima para despejar la pelota.

Se vieron pocas ocasiones a partir de ahí del bando local y el Murcia, bien arropado atrás y jugando en todo momento a la espera de un error pontevedrés, supo aprovechar estos fallos en defensa para hacer mucho daño. Los de Vicente Mir se cansaron una y otra vez de colgar balones a la espalda de la defensa y en uno de ellos les salió la jugada redonda para hacer el primero en una pelota en largo que Trigo no alcanzó a despejar. Sergio Guardiola remató dentro del área con gran intervención de Edu pero Víctor Curto, entrando solo desde atrás, se encargó de hacer el gol visitante y de congelar los ánimos de Pasarón.

Poco cambió la manija del encuentro a partir de ahí. El Murcia siguió con su dinámica de no dejar jugar mientras el Pontevedra intentaba sin suerte generar peligro, con un Íker Alegre muy participativo pero sin opciones a partir de la frontal del área. Y en estas llegó el segundo de la tarde del Murcia. Nuevo balón colgado al área de Edu que Portela despejó hacia atrás, habilitando así la posición de fuera de juego de Guardiola para resolver magistralmente en el uno contra uno frente al portero.

Jarro de agua fría para los hombres de Luisito a falta de cinco minutos para el descanso, que todavía pudieron recibir el tercero antes del ir a los vestuarios en un uno para uno que el cancerbero granate detuvo a Javi Saura.

Si en la primera parte el Murcia sentenció el partido, en la segunda cerró ya prácticamente la clasificación. Esto le llevó cinco minutos, los que tardó Víctor Curto en enviar al fondo de la red un remate de cabeza que primero golpeó en el larguero para después botar dentro de la portería. Antes Mateu, que había entrado tras el descanso en sustitución de Portela, tuvo un ligero acercamiento en un centro chut que casi le cuesta un susto a Simón Ballester.

Sin nada que perder y sin cuartel, el Pontevedra echó el resto en los minutos finales para tratar de maquillar el resultado con el apoyo de un Pasarón que en ningún momento dejo de animar pese al resultado. Así, escasos minutos después del gol, los granates tuvieron dos ocasiones casi consecutivas en botas de Miguel y de Íker Alegre que no encontraron el camino a portería.

El Pontevedra acabó la última media hora de partido con gran dignidad. Los hombres de Luisito no bajaron los brazos en ningún momento y siguieron jugando con la misma ilusión que al comienzo a pesar de lo cuesta arriba que ya estaba el partido. Los lerezanos generaron e hicieron méritos suficientes para no acabar a cero en la tarde de ayer, con futbolistas como Miguel o Kevin Presa vaciándose físicamente y dando una lección de profesionalidad ante la lógica relajación murciana. Este desgaste dio sus frutos en una pena máxima transformada por el infalible Javi Bonilla después de una clara mano de Golobart dentro del área y que dio algo más de emoción a los diez minutos finales. Antes del único tanto local, Pasarón reclamó gol en un barullo dentro del área que acabó con un despeje murciano prácticamente en la línea.

Poco más a partir de ahí. El Real Murcia no permitió que el partido se le descontrolase más de lo que ya lo había hecho y se iniciaron las tristemente clásicas pérdidas de tiempo y protestas que desquiciaron tanto a la grada como a la plantilla pontevedresa hasta el final del juego. De lo poco destacado, un disparo desde la frontal de Bonilla que pudo servir para acortar distancias y otro zarpazo visitante de Elady que pegó en el larguero y pudo significar el 1-4.