Parecía que iba a tocar puntuar en las dos últimas jornadas sí o sí. El Pontevedra veía como, una vez más, se le escapaban las opciones de cerrar defintivamente el play off de ascenso. Preso de su síndrome a domicilio, el cuadro lerezano caía en Boiro. Quedaban 15 minutos y lo peor es que el equipo no daba señales de reacción. Entonces Eneko inició una contra hacia el desmarque de Añón, que desde la izquierda centró atrás buscando de nuevo a Eizmendi. El vasco no ganó el balón dividido, que quedó suelto. Y allí apareció Jacobo Millán para abrir el cielo de nuevo para el Pontevedra.

El fútbol depara desenlaces inesperados y en este caso dio la gloria al mediapunta buenense. Inédito en los últimos ocho encuentros, el zurdo ejerció como héroe para acercar a tan solo una victoria la soñada fase de ascenso. Jacobo, que ha marrado a lo largo de la temporada goles mucho más fáciles, enganchó de primeras el esférico para mandarlo a la red con la complicidad de un terreno de juego irregular que no ayudó a Pato Guillén.

Jacobo encontró oro con su primer gol del curso. Y lo hizo cuando quizá el Pontevedra menos lo merecía. Porque el equipo completó una primera parte notable, aunque sin demasiadas ocasiones. El guión del partido pudo cambiar totalmente de no ser por el gol inicial local. Le pesó al cuadro dirigido por Luisito esa hipoteca con intereses que contrajo en los primeros ocho minutos. Añón no acertó a definir ante Pato por la presencia de Axel y prácticamente en la siguiente acción, el Boiro sí encontró el gol. Mouriño se equivocó en salida de balón y el esférico le cayó a Marcos Álvarez, que encaró a Bonilla y centró raso al área. Ahí debía hacerse fuerte el Pontevedra con sus tres centrales, pero no fue así. Romay remató de primeras, Edu rechazó como pudo y el cuero le cayó de nuevo a un jugador local libre de marca. Esta vez, Rubén Rivera no perdonó.

El tanto afectó al Pontevedra, pero solo interinamente. Poco a poco, el equipo le fue tomando el latido de nuevo al encuentro. A base de intensidad, la escuadra granate monopolizaba el balón y acogotaba a un Boiro que no volaba ni para contragolpear. La escuadra local solo podía frenar las ofensivas granates con faltas constantes que ni así lastraron el ritmo de un Pontevedra que merecía el empate por sensaciones, aunque no por ocasiones. En el último tramo, a los pupilos de Luisito les faltaba claridad ante la acumulación de futbolistas de casa.

Monopolio sin ocasiones

Los carrileros eran cada vez más profundos y Loureiro chutó alto a bote pronto en buena situación tras un centro de Bonilla. Luego Mouriño lo intentó desde lejos pero se topó con Pato, como el propio Bonilla en una falta. Luego, Añón le ganó la partida al meta en un balón dividido y el cancerbero lo empujó para evitar un disparo algo escorado del atacante coruñés en una acción que el árbitro interpretó como amarilla. El Pontevedra crecía y en la última del primer acto, Abel remató rozando el palo en un córner.

Las sensaciones eran buenas, pero tras el paso por los vestuarios, el Boiro creció. El bloque pontevedrés perdió intensidad y el Boiro comenzó a salir de la cueva en la que se había parapetrado. Luisito dio entrada a Íker Alegre en el descanso por un amonestado Bruno y acumuló talento en la sección ofensiva del equipo, pero el Pontevedra no encontraba el ritmo de la primera mitad.

Poco a poco, el equipo lerexzano iba cayendo en la desesperación. La precipitación era cada vez más evidente y el buen fútbol inicial brillaba por su ausencia. Alegre demostraba su talento pero no terminaba de encontrarse, Abel no lograba hacerse con la pelota y Añón lo intentaba de todas las maneras, pero sin fortuna. Mientras, Mateu y Mouriño, más desdibujados en el segundo acto, eran sustituidos por el citado Jacobo y Eneko.

Pero lo que seguían cayendo eran las ocasiones del Boiro. El Pontevedra temblaba en cada córner. Primero, un despeje de Capi que dio un compañero le cayó a Marcos Álvarez. Kevin evitó el gol bajo palos. Luego, Rivera no aprovechó otra mala defensa de un saque de esquina. Entremedias, Edu tenía que intervenir a disparos de Romay y Cano para evitar el segundo.

Entonces, cuando todo pintaba mal, Jacobo Millán sacó su zurda a relucir para acercar un poco más el play off de ascenso al Pontevedra, que solo tendrá que ganar en casa a la Radnina para certificar su pase.