La anemia de goles y resultados del Pontevedra se curó ayer en Pasarón con una dosis de vitamina B de Barco, Mario Barco. El delantero cedido por el Lugo saltó desde el banquillo tras seis semanas de lesión y, a pesar de evidenciar que aún se encuentra con molestias en el tobillo, revolucionó con gol y asistencia un partido que el Pontevedra comenzó perdiendo para anclar a los granates en la cuarta plaza después de la derrota del Valladolid B y el empate de la Ponferradina.

Declaración de intenciones del Pontevedra desde el primer minuto del encuentro. Los granates entraron mucho más intensos que el Burgos y en solo diez minutos dispusieron de hasta tres ocasiones para abrir el marcador sin suerte. La primera en las botas de Eneko. El vasco mandó a las nubes un pase atrás de Kevin Presa después de que el mediocentro robase un balón en la banda en la zona de tres cuartos de campo rival.

Poco después fue Jacobo el que tuvo la posibilidad de dar carpetazo al gafe del gol pontevedrés con un buen remate de cabeza a centro del propio Eneko que se estrelló en el larguero de la meta que defendía Toni Lechuga.

Fueron momentos en los que el Pontevedra jugaba a otra velocidad y encontraba agujeros en una entramado defensivo rival que comenzó el encuentro muy blando de medio campo para atrás e inoperante en la parcela rival.

El Pontevedra dominaba pero no culminaba y poco a poco el Burgos fue desatándose de la presión a medida que los granates fueron desgastando un poco los afilados colmillos con los que salieron a intimidar desde el saque inicial.

Fue así entonces cuando llegaron las dos únicas ocasiones burgalesas en toda la primera parte en forma de dos acercamientos sin consecuencias que Edu desbarató sin demasiadas dificultades. Poco después Manix Mandiola se vio obligado a sustituir a su mediocentro titular Cusi, que cayó lesionado él solo en una jugada desgraciada, dando entrada en el juego al ex de Segunda División Álvaro Antón.

El cambio de cromos no varió un ápice el rumbo del partido y el Pontevedra siguió pisando una y otra vez el área visitante sin conseguir romper el maleficio de cara a puerta por el momento a pesar de las intentonas de Kevin Presa o Jacobo Trigo.

Precisamente Kevin fue castigado con tarjeta amarilla a pocos minutos del descanso al tener que frenar con falta un peligroso contragolpe que nació en un error de golpeo de Bonilla en una jugada a balón parado.

Mientras tanto, Mario Barco ya calentaba en la banda de Pasarón en previsión de disponer de minutos en la segunda parte ante la ilusión de la escasa afición presente en el estadio pontevedrés, como así se lo hizo saber la doce con una audible ovación.

El Pontevedra empezó algo dormido la segunda parte y lo pagó muy caro. Los primeros diez minutos de "empanada" del segundo periodo supusieron el mazazo del gol visitante. Primero avisó Álvaro Antón con un disparo que envió Portela a córner de forma providencial y después Carlos Ramos fue el que empujó a gol un centro de Jorge Fernández que hizo temer lo peor a una afición que había visto perdonar a los suyos demasiado.

El banquillo, la clave

Fue entonces cuando Luisito reactivo su plan B, que no fue otro que hacer llamar a la artillería e introducir a Mario Barco y Álex González en el terreno de juego. Esta dupla resultó a la postre decisiva en el triunfo y revolucionó el encuentro para convertirse en una auténtica pesadilla para la defensa castellana. POco más tarde el técnico granate decidió poner más carne en el asador y dio entrada, también con acierto, a Adrián Mouriño.

Poco después de la hora de juego llegó el tanto del empate. El que hizo respirar a todo Pasarón después de casi 650 minutos sin celebrar un tanto. Álex González fue el responsable de romper el "meigallo" de las últimas semanas con un gol de rabia tras aprovecharse de un gran pase de Barco llegando desde atrás en velocidad.

El gol intimidó mucho al Burgos, que se echó todavía más atrás ante el empuje pontevedrés. En ese escenario se manejó como nadie nuevamente Mario Barco para hacer su regreso digno de película americana. El pichichi de Pasarón anotó el tanto de la remontada rematando de cabeza y solo dentro del área un centro teledirigido de Miguel Loureiro.

La fiesta pontevedresa pudo ser todavía más grande de haber culminado Mateu en gol una gran jugada dentro del área que Toni Lechuga acabó deteniendo en el minuto 90 para permitir a su equipo seguir con opciones de empatar en el arreón desesperado de los últimos minutos visitantes.