Tiene 84 años, pero sus piernas parecen querer decir lo contrario. Llega antes de la hora a la cita y en vez de esperar sentado, pasea sin descanso por la Avenida de Montero Ríos. Sus primeras palabras son hacia el Pontevedra. Casi antes de comenzar a hablar, ya cuenta una anécdota. Pregunta si su interlocutor es aficionado al equipo. Un sí por respuesta le genera confianza. No podía ser de otro modo. Para Severino Penelas (Pontevedra, 1931), el club granate es su segunda familia.

Hostelero de profesión hasta que se retiró en los años 90, su afición al Pontevedra le viene desde que era joven. Solo así se pueden explicar sus 63 años de socio. Actualmente, es el número 5 y esa condición ha hecho que el club le ofrezca un puesto en el palco de honor de Pasarón. "Es de agradecer a la directiva. Obviamente en el estadio me conocen todos", señala.

"Seve", como todos le conocen, recuerda exactamente el día en el que pagó su primer carné: "Fue el 1 de julio de 1953. Y desde entonces, así todos los años". Penelas recuerda todos y cada uno de los hitos del club. Estuvo en León en el ascenso a Segunda, en el Gol del Ajo, los años en Primera, el ascenso con Gay en 2004... De las etapas malas prefiere no hablar mucho. "Lo mejor es que lo malo se olvida pronto y la mente recuerda lo bueno", explica. Aunque reconoce que en las más de seis décadas que recuerda del Pontevedra, los peores años fueron los últimos en Tercera: "Es que es impensable que este equipo haya estado tanto tiempo en esa división. Por afición e historia, nuestra categoría debe ser la Segunda A".

Ahora, pese a la edad, asegura que sigue siendo un infalible asistente al campo. "Seguiré siendo socio hasta que me muera. Voy al fútbol todos los domingos y en Tercera acudía a varios partidos fuera. Ahora voy cada dos domingos a Pasarón. Y si jugamos fuera, lo escucho por la radio", recalca.

Su mujer, con la que lleva 56 años casado, lo acepta. "Ahora no voy a ver al Madrid ni al Barça en el bar. Hay que hacerle caso también a ella, no todo va a ser fútbol", confiesa. Mientras, sus hijos no han heredado su pasión: "El gusto por el fútbol y el amor por el Pontevedra me lo quedé yo todo. A ellos nunca les interesó demasiado, ni a mí me gustaba inculcárselo obligatoriamente porque sí".

Sin embargo, sí hizo labor de fidelización con el resto de la ciudad. "Yo hice muchos socios par el club. Hablaba con gente y les convencía para que se abonasen", analiza. "Algunos me decían por la calle: Seve, tienes que ser presidente del Pontevedra. Pero eso no es lo mío. A mí me gustaba hacer socios y los cargos nunca me llamaron demasiado", afirma Severino Penelas, alguien para quien el Pontevedra ha sido una de las grandes ilusiones en su día a día. Alguien más granate que la propia camiseta.