Eduardo Calleja (Alcalá de Henares, 1937) llega antes que su amigo Rafa. Acompañado de su mujer, que tras echar un vistazo a la exposición a medio montar que Xabier Fortes, Rafa Vidal y el club preparan para inaugurar el lunes, se marcha a tomar un café a un local cercano a la Diputación Provincial. "Chicharro", como lo conocen sus allegados en honor a su segundo apellido, disfruta viendo cómo preparan los maniquíes con la ropa que él mismo aportó para la muestra. Se trata de una camiseta original de aquellos años con su correspondiente pantalón.

Al lado, Vidal,el actual encargado de material y multiusos del Pontevedra, viste al monigote gemelo con un chándal naranja fosforito. Chillón, aunque con todo el colorido presente. Encima del escudo, bordado su nombre: Calleja. "Me lo cosió mi mujer, no se crea que el club nos lo daba así", explica antes de confensar que la posesión de los vetustos y bien conservados uniformes se remonta a que él mismo "se los birló" al club. "Había que devolverlos, pero yo me los llevé para casa", admite con brillo en los ojos.No se preocupe, el delito ya está prescrito".

Calleja es el tercer jugador con más partidos en el club. De la época del "Hai que roelo", tan solo el inquebrantable capitán Cholo le supera. "Chicharro" pasa aquí unos días. En realidad, no se ha ido desde el verano. Vive en su Alcalá natal, aunque tiene casa en Sanxenxo desde hace 30 años y el buen tiempo que envuelve las Rías Baixas le ha hecho empalmar la temporada alta con el inicio del otoño. Estará por Pontevedra al menos hasta el 16 de octubre, día del 75 aniversario.

Mientras espera por su amigo Ceresuela, comienza a explicar que su llegada al club (1961-1962) se produjo gracias a que Lamorena, con el que coincidió en el Plus Ultra le llamó. "Pese a que tenía otra oferta del Santander, me animé a a fichar gracias a él. Por aquel entonces, yo no sabía ni dónde estaba Pontevedra. Había estudiado algo Galicia, pero la educación no era como ahora", explica entre risas en un acto de absoluta sinceridad.

Sin embargo, decidió firmar por el conjunto granate y ésa fue la mejor decisión de su carrera. Porque en Pasarón forjó su leyenda. Y eso que al principio le podía la morriña. Pero luego, poco a poco, ése sentimiento se le fue pasando y Pontevedra fue ganándose un hueco en su corazón.

Como en el de Rafael Ceresuela (Zaragoza, 1938), que hizo su vida en la capital de la provincia. Llega con la charla ya empezada y tras hacerse las fotos de rigor, se une a la conversación.

Los partidos de granate le pasan factura a sus 78 años. Hace cuatro meses fue operado de una rodilla que evoluciona favorablemente, pero le sigue dando muchos quebraderos. Pese a ello, él no cambiaría nada de lo vivido por mitigar el dolor: "A veces me dicen que si no hubiese jugado al fútbol, no estaría ahora como estoy. Me da igual. Lo que vivimos aquellos con el Pontevedra no lo cambio por nada. No puedo quedarme con un momento en concreto porque todos los recuerdo de esa etapa son felices".

El "Gol do Allo"

Ceresuela firma por el Pontevedra en la campaña 1962-1963 gracias a que el técnico Rafael Yunta Navarro lo había entrenado anteriormente en el Burgos. Nunca una decisión del preparador fue tan acertada. Porque al final de esa temporada, el Pontevedra ascendería por primera vez a la élite del fútbol español con un gol suyo. El reconocido "Gol do Allo". "La historia es verdad. Yo nunca supe si de verdad me había sentado o no sobre una cabeza de ajo, pero lo cierto es que al salir al campo tras atarme la bota, un guardia me lo gritó. Luego, me vino el balón y me salió uno de los mejores disparos de mi vida".

El aragonés asegura que no le cansa hablar del mítico gol ante el Celta. "Es que de no ser por ese tanto... No sé si habríamos ascendido porque luego nos íbamos a jugar el todo por el todo en Santander", reflexiona Calleja. Al Pontevedra le valía el empate, pero el conjunto celeste, "que tenía un equipazo", se las hizo pasar "canutas". La rivalidad gallega por antonomasia de aquel entonces era el Pontevedra-Celta y el cuadro olívico vagaba por la mitad de la tabla. Pero había un problema: las primas.

Calleja confiesa que durante el partido pidió al rival Téllez, con el que había coincidido como canterano en Madrid, que aflojase."Cabrón, venís aquí a jodernos", le espetó, a lo que su excompañero le respondióque tenían la obligación monetaria de ganar porque el Español, rival de los granates por el ascenso, le había prometido 15.000 pesetas por la victoria en Pasarón.

Al final, "la casualidad" hizo que la historia acabase en final feliz. El Pontevedra debutaría en Primera División en 1963. Analizando los porqués de aquel ascenso, ambos jugadores coinciden en que "el equipo no era para subir"."Comenzamos a ganar, no perdíamos nunca en casa y nos lo creímos". Luego, ganamos en Barcelona al Español y ésa fue la clave. Ese día nos acompañó la Virgen de la Peregrina".

Del Madrid al Valladolid

La primera temporada en Primera (1964) se vivió con mucha ilusión. El Real Madrid del mismísimo Di Stéfano probó lo duro que era jugar en Pasarón. Un gol de Ceresuela -otra vez- hizo que el Pontevedra consiguiese la victoria más mediática de su historia hasta entonces (Después vendría el histórico trifunfo ante los blancos por 3-0 en la temporada 67-68 y el 2-2 en el Bernabéu al año siguiente). El equipo iba bien, pero se desinfló en las últimas jornadas. En la penúltima fecha llegó el Valladolid ya descendido y derrotó al cuadro granate. "Hasta su propio entrenador les recriminó que viniesen a nuestra casa a fastidiarnos cuando no habían hecho nada en toda la temporada", explica Ceresuela. Aunque ése no fue el problema ya que al final, el Pontevedra era "incapaz de ganar".

Pese a la desilusión por descender, el bloque estaba hecho. "Se acertó en los fichajes de Primera y luego se reforzó bien al equipo en Segunda. Subimos ganando todos los partidos de casa y ahí comenzaron unos años fantásticos", recuerda Calleja. El equipo venció 1-0 al Atlético de Madrid en Pasarón y se colocó líder el 28 de noviembre de 1965 y fue subcampeón de invierno tras el Atlético. Fue casualidad porque como explica el madrileño, "el equipo disfrutaba de la situación pero sabía que era pasajera". "Era evidente que no íbamos a pelear por el campeonato", reconoce Ceresuela. Aunque esa temporada acabaron séptimos.

Luego llegaron otros hitos, como la victoria en Barcelona, la 67-68 por 0-1 en la que el club se mantuvo invicto como local o la temporada 68-69 con solo dos goles recibidos en Pasarón. "No éramos los mejores, pero luchábamos como los que más", dice Calleja. Ceresuela reafirma el argumento señalando que "el ambiente en el vestuario era maravilloso porque no había envidias". "Cada uno tenía claro su papel. Éramos once jugadores con tres o cuatro recambios. Y además amigos", manifiesta el maño.

Luego,estaba Pasarón, que era un campo inexpugnable por sus características. Calleja cree que el terreno de juego "habitualmente embarrado" le iba muy bien a la idea de fútbol del equipo. Sin embargo, como toda época brillante, llegó el declive. "No había mucho dinero y la directiva no acertó a la hora de encontrar los refuerzos. Los que vinieron no mejoraron a los que ya estábamos", formula Calleja. "Y eso que nosotros ya éramos mayores", añade Ceresuela.

El Pontevedra descendió en 1970 y nunca más volvió a recuperar su categoría. Sin embargo, el mito del "Hai que roelo" quedaría siempre para el recuerdo de la afición y de los protagonistas, que mantienen el contacto hoy día pese al tiempo y la distancia. "Aunque tengo que ser yo el que los llama a todos para juntarnos a cenar", finaliza Calleja.