Bien es verdad que no existen vitrinas de títulos anímicos, pero no es menos cierto que el Kemegal Cortegada se convirtió en el vencedor moral de la Copa Galicia por mucho que el marcador indicase que el Universitario de Ferrol hiciese valer su condición de equipo de Liga Femenina.

La actitud, no exenta de buen juego, mostrada por el equipo de Rubén Domínguez es digna de todo elogio. En inferioridad de número de efectivos y centímetros, el equipo vilagarciano dio toda una lección de aprovechamiento de sus recursos hasta que las fuerzas aguantaron. Y es que las rotaciones terminaron por convertirse en el factor desequilibrante de un partido en el que el Kemegal Cortegada llegó a dominar en el marcador (32-37) y en la cancha durante prácticamente todo el tercer cuarto. Precisamente los últimos minutos de ese periodo coincidieron con un bajón que le llevó a encajar un parcial de 4-19 que resultaría determinante.

Muchos son los motivos para la satisfacción en el equipo de Rubén Domínguez. Uno de ellos es la capacidad de reacción mostrada a un mal arranque (5-17) para volver al partido con muy buenas selecciones de tiro y un juego agresivo tanto en defensa como en el uno contra uno.

La capacidad para abrir el campo en ataque y colapsar su zona en defensa alteró durante muchas fases el juego del conjunto ferrolano, incapaz por momentos de contener la hemorragia que le estaba causando un equipo de inferior categoría. Mención especial merece la actuación de Sofía Mallo. En su primer año senior, la canterana dio una lección de dirección y anotación siendo máxima encestadora y más valorada de su equipo.

Los últimos minutos ya se le hicieron muy cuesta arriba a un Cortegada que terminó acusando la carga de trabajo en esta pretemporada en una rotación que solo dispuso de ocho jugadoras.