El Pontevedra no pudo romper ayer la racha del Celta B como invicto al perder por la mínima en Barreiro a pesar de jugar más de una hora de encuentro con un jugador más por la expulsión de Borja Fernández. Los visitantes no supieron sacar partido alguno a tanto tiempo de superioridad numérica y apenas inquietaron a un conjunto local muy intenso y bien colocado que, además, supo aprovechar un error de la defensa pontevedresa para marcar el tanto que les permitió quedarse con los tres puntos en juego.

Luisito incluyó en el once inicial dos novedades respecto a la jornada anterior, volviendo a la titularidad Portela en el centro de la defensa, lo que supuso que Kevin adelantase su posición para ejercer de enganche con el medio del campo, y Mateo ocupando la banda izquierda. Alejandro Menéndez, por su parte, no sorprendió a nadie y apostó por los mismos jugadores que una semana antes, también en Barreiro, se habían impuesto al Izarra.

El encuentro pudo cambiar radicalmente antes incluso de que se cumpliera el primer minuto de juego cuando Bonilla conectó un preciso centro medido a la cabeza de Mario Barco. Pero el remate del goleador visitante, con todo a su favor para marcar, se marchó fuera.

El susto inicial amedrentó un poco al filial céltico que no lograba hacerse con el mando del encuentro. Los de Luisito, mientras, desperdiciaban otra buena oportunidad para inaugurar el marcador al cuarto de hora. La defensa local consiguió taponar el primer intento de lanzamiento de David Añón pero el rechace acabó a pies del propio Mario Barco, que disparó desviado.

El partido empezaba a asentarse cuando llegó la jugada clave del derbi. Una acción en campo propio del Celta B en la que Borja Fernández cae derribado por un rival, el árbitro señala la falta a favor de los locales pero decide mostrar la tarjeta roja al mediocentro vigués por una posible agresión sobre David Añón en la continuación de la jugada.

Era el minuto 25, quedaba aún muchísimo encuentro por delante y se asumía que el conjunto de Alejandro Menéndez iba a sufrir de lo lindo ante un rival que veía abierta de par en par la puerta para tratar de llevarse los tres puntos de Barreiro.

Pero, al menos, en el tramo final de la primera parte no fue así. El Pontevedra no acabó de digerir su superioridad numérica y todo el peligro que había mostrado en los veinticinco minutos desapareció por completo, convirtiéndose Néstor Díaz en un mero espectador del partido. Como el Celta B tampoco estaba para demasiadas alegrías y no tenía aún muy claro cómo afrontar la nueva situación, al descanso se llegó sin más novedades ofensivas.

Luisito aprovechó el intermedio para mover fichas y tratar de buscar mayor mordiente. Así, Jacobo entró en el campo por Capi, retrasando ahora su posición al centro de la defensa Kevin. Pero Menéndez también supo sacar provecho del descanso y el filial céltico volvió al campo con las ideas mucho más claras.

Bien replegado atrás y saliendo en velocidad con peligrosos balones en largo para buscar la segunda jugada, el filial céltico empezó, casi sin querer, a hacer retroceder metros a un Pontevedra sin ideas para sacar partido al hecho de contar con un jugador más sobre el terreno de juego. Tanto es así que un excelente control de Juan Hernández permitió a Borja Iglesias encarar la portería rival y sacar un precipitado lanzamiento que se marchó fuera, cuando Hicham se desmarcaba absolutamente solo (min.54).

Y en una acción parecida llegó el tanto que acabó decidiendo el partido. Miguel se equivoca al despejar de cabeza un balón que posiblemente se marchase por la línea de fondo sin mayores complicaciones, entregando la pelota a Hicham. Éste combinó rápido con Brais Méndez, que encontró el hueco necesario para poner la pelota a la carrera de Juan Hernández. Y el extremo tuvo la paciencia y calidad necesaria para llegar a la línea de fondo, levantar la cabeza y colocar un medido pase atrás que Borja Iglesias llevó al fondo de la portería de Edu (1-0, min.69).

La alegría céltica pudo dudar un suspiro porque nada más sacar de centro el Pontevedra dispuso de su mejor y única ocasión de gol desde la expulsión de Borja Fernández. Diego Alende se confió en exceso permitiendo a Mario Barco arrebatarle el balón cerca de la línea de fondo. El delantero del Pontevedra optó entonces por mandar un fuerte servicio al segundo palo al que Jacobo llegó muy forzado cuando tenía compañeros mejor posicionados en el punto de penalti.

Inexplicablemente, el conjunto de Luisito fue totalmente incapaz de volver a aproximarse a la meta de Néstor Díaz en los más de veinte minutos de partido que aún quedaban por jugarse. El Celta B supo cerrarse atrás y cortar todas las vías para no pasar apuros y vivir con mucha más tranquilidad la recta final del derbi.