El Pontevedra está muy vivo. Fue capaz de dar la vuelta al amenazante 1-1 de la ida para, con un gran trabajo colectivo, mostrarse en La Florida como un equipo aguerrido y con oficio en un encuentro muy serio. Solo con esas premisas no era suficiente y los goles por partida doble de Fran Fandiño certificaron ese buen trabajo. El media punta, autor de solo tres tantos en la liga, puso dos veces por delante a los granates. Entre medias, Sancho ilusionó a la parroquia local pero resultó un espejismo. El Pontevedra se repuso de la igualada con un gran despliegue físico que le permitió continuar su camino hacia Segunda B. Como máximo quedan dos estaciones más, pero el primer paso está dado.

La entrada de Kevin por Pablo Lede fue el único cambio en el once respecto al partido disputado en Pasarón. Desde el pitido inicial se vivió un auténtico choque intenso, de mucha pelea y disputa. El Portugalete intentó meter mucho ritmo, pero el Pontevedra no se arrugaba y defendía con orden. A falta de balón, el cuadro visitante se dejaba el alma en cada cuero dividido en una medular donde se acumulaban la mayoría de las piezas de uno y otro bando.

Los hombres de Manu Fernández parecían crecerse con la lluvia que acompañó al partido. Crespo dirigía con criterio desde el mediocentro y por momentos Tubo empezaba a encarar a su par en el área rival. Al equipo no le costaba realizar un fútbol más directo buscando la cabeza de Carnero en la punta del ataque, que vivía su particular pelea con los centrales sin poder zafarse de ellos. Los vizcaínos llevaban mayoritariamente la iniciativa y aunque gozaron de media docena de saques de esquina antes del descanso, el Pontevedra defendía con todos sus jugadores esas jugadas sin perder la concentración. Pero fueron los visitantes los que sacaron provecho a balón parado. Feito botó una falta lateral desde la derecha y Fran Fandiño, en el primer palo, peinó con picardía para que nadie tocara un balón que alcanzó el fondo de las mallas. Este tanto les dio más tranquilidad. Aunque hasta entonces solo un libre directo de Sergio Martín por encima del larguero inquietó a Edu.

En la reanudación, Manu Fernández y los suyos mantenían la calma con la ventaja en el marcador hasta que llegó el que fue, prácticamente, su único error de la mañana. Santxo, autor del gol vasco en el partido de Pasarón, volvía a acertar de pleno cuando aprovechó una falta lateral para, con la testa, devolver las tablas al encuentro. Vuelta a empezar, aunque el uno a uno sin duda era mejor que el 0-0.

Poco después de la igualada, tan solo dos minutos, un David Pérez sin apenas presencia en ataque rozó el segundo gol visitante cuando, tras una contra, se sacó un disparo envenenado que a duras penas Macías pudo repeler. Los gallegos amagaban en ataque con Carnero incapaz de resolver en los metros finales dos buenas acciones. El partido parecía volverse loco, con llegadas a las áreas, aunque sin remate.

Fue en el ecuador de la segunda mitad cuando se produjo la jugada decisiva. La defensa local falló en el despeje y el balón quedó cerca de la media luna a los pies de Tubo. El centrocampista, lejos de ser individualista, habilitó a Fran Fandiño, que de tiro cruzado a media altura batió al guardameta para el delirio de los aficionados visitantes. Quedaban algo más de 20 minutos, pero ese zarpazo resultó definitivo para minar la moral de un rival que, por supuesto, no le quedaba otra que irse al ataque con más corazón que cabeza.

El Pontevedra redobló sus esfuerzos impidiendo cualquier atisbo de esperanza de un contrincante incapaz de generar peligro con Miguel, Pablo y compañía repeliendo sin contemplaciones unos cuantos envíos sin convicción. El Portugalete al final tuvo que rendirse a la evidencia ante un Pontevedra que pareció un muro inexpugnable.