Si nada se tuerce, el fútbol en Tercera división volverá en poco más de un mes. Con los equipos, caso de la UD Ourense, entrenando en grupos; con otros, CD Barco, ya desde este lunes de pretemporada; con otros, Ourense CF y Arenteiro, pendientes de empezar (el miércoles en principio), la Federación gallega continúa dándole vueltas al plan de competición. Fijados ya los subgrupos por criterios geográficos, que no todos los clubes comparten, con los cuatro ourensanos encuadrados junto a Atios, Pontellas, Rápido de Bouzas, Choco, Alondras, Ribadumia, Arosa y Estradense, se maneja que haya dos fases, una clasificatoria y otra en la que se peleará por ascender y por no descender. Se da por hecho que los seis primeros irán a una y los seis últimos caerán en la otra.
En el borrador se contemplan asimismo bonificaciones por posición entre una fase y otra, entrando en escena el denominado concepto cremallera, una de las posibilidades que ya se manejó antes de dar por finalizada la temporada pasada a la hora de establecer los criterios de competición de la 20-21.
Igualmente, primará especialmente lo que se ha venido en llamar criterio de deportividad, que dilucidará los desempates ateniéndose a mayor o menor número de amonestaciones.
Esta idea es la que subyace también para el resto de competiciones de Tercera división para abajo. Por ejemplo, en la Primera Galicia, la intención, igualmente repartidos los equipos en dos grupos, es una liga a doble vuelta de dieciocho jornadas, que daría paso a una segunda fase en la que se distribuirían los equipos por el ascenso o la permanencia. Y si no se completa como mínimo la primera vuelta, la liga será anulada.
Otra cosa son los test, en principio serológicos, justo antes de comenzar los entrenamientos pero también cuando apremie el inicio de la competición, a lo que se sumaría un medidor fijo de temperatura en todos los campos.
