Hablan los psicólogos y ponen el foco en la ola de solidaridad surgida en toda España con los sanitarios desde que explotó la epidemia. Pero alertan también con lo que será nuestra vida después, con miles de ilusiones rotas por el camino.

- Que es mejor tomarse las cosas de una forma más tranquila. Si para algo me ha venido bien esto es para darme cuenta que llevaba una vida muy loca, explotaba cada minuto. Los primeros veinte días de confinamiento me lo pasé pipa, disfruté muchísimo de la niña, no recordaba desayunar, comer y cenar en casa. Ahora llamo todos los días a mi madre...

- ¿Y eso de que vamos a ser mejores personas?

- Eso ya se verá.

- Sin competición y con el negocio cerrado...

- Tengo una empresa de decoración y pintura, está cerrada porque trabajo mucho con particulares y colegios y a raíz de la alerta no se daban las condiciones. Tengo dos empleados, todos estamos metidos en un ERTE, el verano pasado llegaron a ser seis. Por supuesto que me preocupa mucho más esto que el deporte. Sí, puede decirse que soy su jefe pero también su padre.

- Es de justicia aplaudir a los sanitarios, a los policías, pero pocos se ocupan de los trabajadores de los supermercados, ellos no saben qué cliente puede estar infectado...

- Es verdad que poca gente los valora, vas al súper y está todo el mundo tan callado... Siempre están dispuestos, están en contacto con todo el mundo sin saber quién está bien y quién está menos bien.

- Cuando todo acabe, pero del todo, lo primero que hará será...

- Ya le he dicho a mi madre, nos tenemos que juntar mucho más, no sólo en navidades. Estuvo unos días pachucha, con fiebre, no era el Coronavirus, pero estuvo delicada. Yo espero que para finales de septiembre o primeros de octubre podamos hacer una vida más o menos normal, sin miedo.