Cumplido su objetivo de regresar a Vigo, el hispanosenegalés tuvo tiempo para arrepentirse de la decisión tomada el verano pasado, pues necesitó asumir el papel de revulsivo de última hora para Fran Escribá. Pero llegó su oportunidad con el relevo en el banquillo. El nuevo técnico aprecia su intensidad e implicación en el juego. Es ejemplo de lo que tendrían que hacer muchos de sus compañeros con mayor resonancia en el mundo del fútbol. A su fútbol de fuerza, añade su capacidad de sufrimiento, como mostró en Butarque. Jugó contusionado más de la mitad del partido porque consideró que su equipo le necesitaba en un delicado momento.