Lo que Ángel Díez te dio contra el Compostela, Iván Oviedo, el guardameta del Barco, te lo quitó apenas una semana después. Porque el arquero valdeorrés estuvo sembrado para liderar la sexta victoria seguida de los barquenses, ante una UD Ourense a la que los mejores primeros 35 minutos de la temporada sólo le sirvieron para que quede escrito. Después de fallar ocasiones de todos los colores, después de hacer internacional al portero o mandar pelotas rozando los postes, los de Currás marcharon al descanso por debajo después que Juanito Bazo cabecease en el punto de penalti una falta lateral. El espectacular salto del ariete gaditano no encontró respuesta en los defensores visitantes.

Todo lo bueno que habían hecho los rojillos sobre el césped quedó en esas cuatro paredes del vestuario. Por esas cosas que tiene el fútbol, el arranque del segundo tiempo poco tuvo que ver con el fútbol vertical plagado de situaciones de gol de la primera mitad.

En esas cuatro paredes del vestuario quedaron las atenciones, sobre todo defensivas, de manera que en un visto y no visto, el Barco ya ganaba 3-0 gracias a los goles de Ivi Vales y David Álvarez entre los minutos 51 y 54, goles en los que los rematadores no encontraron oposición, ni en la comodidad con la que llegaron el centro y el cabezazo del 2-0 ni en la sencillez con la que una falta ensayada acabo con el disparo colocado desde la frontal. Luego hay que saber colocarla junto al poste lejos del portero, pero tratándose de David Álvarez eso se da por hecho.

Un centrocampista por un central fue la apresurada respuesta de Currás, que poco después agotó los cambios con la entrada de Isi y Hugo García en los puestos de Marquitos y Rubén Durán.

Se levantaron los rojillos, en Calabagueiros con los colores de la bandera de Galicia, pero la desventaja era tanta que era pedirle un imposible tres o más goles a un equipo que tiene una de sus carencias justo ahí, en meter la pelotita en la portería contraria.

El Barco replegó velas, el 3-0 era suficiente. Cuando el partido se apagaba, una falta desde la izquierda botada por Alfredo se le coló entre las piernas a Javi y acabó en la derecha de Hugo, que no falló.

El último zarpazo

Quedaba poco más de un cuarto de hora y los de Currás no desfallecieron, siguieron creyendo, algo que es muy suyo. En el minuto 87, Iago Blanco enfiló el marco rival por la izquierda y el violentísimo lanzamiento sólo encontró la mirada del portero, que tuvo claro que a ése no llegaba. Ahí murió definitivamente la UD Ourense, ahí respiró definitivamente el Barco.