Candela Soria, 21 años, jugadora del Ourense Envialia, pasó un mal rato el sábado en Murcia. Padece una pérdida auditiva que la obliga a entrenar y jugar con un audífono, un pequeño aparato de plástico que lleva sin mayor problema. Hasta que se topó con la pareja arbitral formada por González Blaya y Nicolás Navarro, que escudándose en la seguridad dijeron que nones, que Candela no jugaba con audífono. El berrinche de la ourensana fue mayúsculo, incontrolable, tan grande que se planteó no jugar. Finalmente lo hizo, aportando además un tercer gol que a la postre resultó decisivo.

"Yo juego y entreno con él, es muy pequeño, de plástico, ni se ve. Nunca me ha dado problemas, de hecho me pongo una pegatina para que no se desprenda de la oreja. Mira que he hecho gestos bruscos y nunca se me ha caído", relata Candela, estudiante de segundo curso de Inef en A Coruña.

Porque la ourensana, que recaló en el Envialia desde el Cidade de As Burgas, lleva un audífono en su vida cotidiana desde muy pequeña. "No fue de nacimiento, empecé a perder audición a los cuatro o cinco años, tengo poco más del cincuenta por ciento en cada oído, en uno un poco más que en el otro. Llevo un audífono desde entonces y estoy plenamente acostumbrada, no me molestan, en la vida normal llevo los dos, para escuchar bien, bien, los necesito. Eso le dije a los árbitros, pero...", detalla.

Y empiezan los problemas. "Antes de salir a jugar, los árbitros nos revisan la indumentaria. Uno se fijó y se dirigió a mí, me dijo: 'No puedes jugar con eso, tienes que quitártelo'. '¿Cómo?', le dije, 'lo necesito para escuchar'. 'Es peligroso', me contestó. Me puse muy nerviosa, mis compañeras les dijeron que lo llevo usando toda la vida, que lo necesitaba, que sin él no me entendía en el campo con ellas. Nada, no hubo manera. 'O te lo quitas o no juegas', me insistieron. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue no jugar, no me veía capaz, me veía sin fuerzas. Pero a la vez quería jugar, así que...", recuerda.

Arranca el partido y el Envialia se pone 0-1, 0-2, 0-3, éste último de Candela... "Intenté hacerlo lo mejor posible, ya que estaba en Murcia... En la primera parte me sentí bastante insegura, en la segunda ya fue otra cosa, tenía mucha más fuerza, el apoyo de mis compañeras y de los entrenadores, de todos, fue decisivo. Cuando marqué solté toda la rabia que tenía dentro, me dieron ganas de dedicarles el gol (a los árbitros)", subraya.

"No llevo un audífono por capricho, si lo llevo es porque lo necesito, tengo que saber lo que pasa detrás de mí, la pérdida auditiva me impide escuchar con claridad lo que no veo. Yo entiendo que miren por mi seguridad, pero ya digo, detrás no sé lo que pasa, sin él no sé cuando mi portera grita 'voy'. Si me la como, el golpe va a ser mucho peor, la seguridad que ellos buscaban lo que me provocó fue inseguridad", remarca.

"De lo que pasó saco en limpio que fui capaz de jugar todo el partido a pesar de haberme quitado el audífono. Eso ahora, porque lo primero que pensé es que no quería jugar. Lo necesito, sólo quiero jugar en igualdad de condiciones", finaliza Candela.