El culebrón Maxi Gómez vivió ayer un nuevo e incierto episodio después de que el West Ham United, que compite con el Valencia por hacerse con el jugador, anunciase al Celta su disposición a hacer efectivos los 50 millones de euros estipulados en la cláusula de rescisión del delantero uruguayo.

Emisarios del club londinense desplazados a la ciudad intentan desesperadamente negociar el pago de la cláusula a plazos con intereses que elevarían considerablemente el precio de la operación, pero el Celta se ha mostrado inflexible a los intentos del equipo inglés de fraccionar la compra de Maxi. La entidad que preside Carlos Mouriño ha rechazado de plano tal posibilidad y exige a los Hammers que depositen en un solo pago en la sede de LaLiga los 50 millones de euros que le permitirían hacerse con los derechos federativos del jugador. El Celta tiene buenas razones para obstaculizar al West Ham una operación que amenaza con echar por tierra el acuerdo alcanzado el pasado jueves con el Valencia para intercambiar al delantero uruguayo por el vigués Santi Mina, además de 14,5 millones (y otros 1,5 en variables) y la cesión por dos temporadas del defensa central tinerfeño Jorge Sáenz.

Tanto el cuadro celeste como el conjunto che consideraban muy satisfactorio el trato y la irrupción del West Ham cuando el intercambio de piezas está apenas pendiente de que Maxi diese su visto bueno ha caído como un jarro de agua fría en el Celta, que contaba con añadir a Santi Mina a la Operación Retorno y completar con Sáenz sus refuerzos defensivos. La ofensiva a última hora del West Ham alentada por Stellar Group, la agencia de representación del jugador, ha puesto en serio peligro un acuerdo que se daba prácticamente por cerrado y que ahora pende de un hilo. La pelota está, de hecho, en el tejado del club londinense, que solo puede llevarse al jugador a las bravas, depositando un cheque por 50 millones en la sede de LaLiga.

Si esto finalmente ocurre en las próximas horas -las postura del Celta es inflexible y no parece que la negociación pueda prolongarse mucho más-, el equipo vigués se vería obligado a iniciar de cero la negociación con el Valencia para fichar a Mina y hacerse con la cesión de Jorge Saénz. Y aunque lo sucedido no ha enturbiado las buenas relaciones entre ambos clubes, los términos de la negociación, que habría que retomar desde cero, cambian. Sin Maxi en la ecuación el fichaje de Mina se encarece de forma evidente y habría que ver que nuevo precio fija el Valencia por del delantero y si el Celta, pese a la inyección recibida con la venta de Maxi, está dispuesto a pujar por sus servicios por encima de los 20 millones de euros. El caso de Jorge Sáenz parece sobre el papel más sencillo ya que el Valencia no cuenta con el jugador para el próximo curso, quiere cederlo a un equipo de Primera División que pueda darle la oportunidad de jugar y considera que el Celta es buen destino.

Ahorro

El club vigués está molesto con la posibilidad de perder un acuerdo en el que había depositado grandes expectativas, pero tiene también razones económicas de peso para preferir que sea el club londinense el que unilateralmente haga efectvios en un solo pago los 50 millones que le facultarían fichar a Maxi, rechazando los intereses que el equipo inglés le ofrece para fraccionar el fichaje del artillero uruguayo.

Si el West Ham paga la cláusula de Maxi, el Celta podría ahorrarse tener que pagar al Defensor Sporting el 20 por ciento de los derechos de la futura de venta pactados con el club de origen del delanter hace dos años. Existen precedentes legales que favorecen esta tesis, como el caso Keita, que enfrentó hace unos años al Sevilla y al Lens por el traspaso del centrocampista malinés al FC Barcelona. Al igual que Defensor con Maxi, el club francés poseía el 10 por ciento de una futura venta de Keita cuando el club azulgrana se hizo con el jugador depositando su cláusula de rescisión en la Liga. El Sevilla se negó a pagar su porcentaje a Lens alegando que el fichaje de Keita no podía considerarse un traspaso, sino una indemnización por la rescisión de un jugador que el club nervionense no quería vender. El asunto acabó en los tribunales deportivos. Aunque la FIFA dio inicialmente la razón al Lens, el equipo andaluz recurrió ante el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) que falló a favor del Sevilla, que no tuvo que pagar al Lens el 1,4 millones que le reclamaba por el 10 por ciento de los 14 en que estaba fijada la cláusula de rescisión de Keita. Y el Celta podría ahorrarse cerca de nueve millones de euros del porcentaje de Defensor (el 20% se calcula sobre la plusvalía y hay que recordar que el club vigués pagó 4,3 millones de euros por él).