La Copa es la competición de las sorpresas, pero no siempre. Si Atlético Navalcarnero y Burela llegaron a la cita después de haber sacado 27 puntos más que el tercero en la liga sería por algo. Y si al minuto y medio de juego ya van por delante las lucenses, la empresa se convierte en un imposible. Lejos de amilanarse con el gol de Dany, las ourensanas se echaron arriba y Ana Romero tuvo que sacar una manaza para repeler el punterazo de Marta. Ourense manejaba y Burela contemporizaba. Pero las lucensese tienen varias marchas más. La primera jugada de cinco para cuatro se tradujo en una triangulación de libro que encontró a Peque en el segundo palo. 2-0. Imposible no, lo siguiente.

Jugar contra Burela tiene estas cosas, parece que es posible meterle mano y cuando te das cuenta te han hecho gol. Porque poco le faltó a Sara Moreno para cazar el balón de Marta. Las lucenses se dejaban querer y con un pelotazo encontraban la espalda de las defensoras ourensanas con mucha facilidad. Barberá sacó un par de disparos pero no pudo detener a Luci, llegó tarde y el toquecito de la futbolista del Burela fue lentamente hacia la puerta, pegó en el poste y entró. 3-0. Dar en el palo y entrar, dar en el palo y salir, como le pasó a la cordobesa poco después.

El Ourense Envialia afrontó el segundo tiempo con nuevos bríos. Sara Moreno acertó al fin con la puerta lucense, un 3-1 que hacía que la final continuase estando en chino pero al menos habían encontrado un traductor. A los nueve minutos, el pie de la guardameta le negaba el gol a Laura. Hasta parecía posible.

Con el Burela atascado, con el entrenador berrando en un tiempo muerto reclamando que su equipo sentenciase de una vez la semifinal, un balón sin aparente peligro lo protegió mal Bea Seijas, convencida que Barberá llegaba a tiempo. La una por la otra, Dany metió el pie y la pelota acabó en la red. 4-1.

El segundo gol de Sara Moreno no dejó de ser una bonita foto para el cuadro, porque Peque, ya las ourensanas sin guardameta, cerró el partido. Burela-Atlético Navalcarnero, la final esperada, puede que la revancha de la liga.

Burela, en fin, significó el final de la carrera deportiva de Bea Seijas, una carrera sencillamente envidiable. Una que se va y otra que no llega, Gonzalo Iglesias tenía la promesa materna de estar en la final si ahí estaba su hijo. Esta vez no ha podido ser, otra vez será.