El Barco ganó en O Couto y desbancó a la UD Ourense de la cuarta plaza, ésa que desde que empezó marzo ha ido manteniendo a trancas y barrancas. Ahora ya está, ya no la tiene (ha caído al séptimo puesto), quién sabe si no es el comienzo de otra vida.

El Barco se llevó el partido porque fue mejor. Simplemente. Supo sobreponerse a dos golpes de esos que se dicen psicológicos, un gol en propia puerta y encima al filo del descanso. Todo su fútbol giró en torno a David Álvarez, que armó la traca tanto por el centro como cuando decidió caer a banda. Asistió en los goles y aún tuvo tiempo de intentar un tercero fantástico, un globito que se le marchó arriba. La UD no tuvo un futbolista así.

Los contratiempos empezaron pronto, a los once minutos dejaba el campo Fondevila, lesionado. Entraba Isi. Los minutos de tanteo fueron muchos, quizá demasiados. Hasta el minuto 25 no llegó el primer disparo a puerta. Ahora, ahí llegó el desenfreno. Dos después no acertó Juanito Bazo y dos más tarde la manopla de Pato Guillén le negó el gol a Jorge. En la contra, Marquitos finalizó con un zurdazo sin ángulo que se marchó arriba.

Los mejores minutos de los de Currás fueron los diez últimos del primer periodo. Pudo abrir el marcador Hugo García, pero en el mano a mano con el portero se aturulló. Acto seguido, Isi mandó un pelotazo cerca de la escuadra. El Barco lo pasaba mal porque el 10 no aparecía, aunque un balón robado en medio campo acabó en los pies de Jorge, que la rompió sin sentido. En el 43, Marquitos sentó al defensa que le salió al paso y el centro lo clavó dentro uno de los centrales valdeorreses, Omar. Todo era felicidad en los rojillos, en su territorio favorito.

Con el paso de los minutos, la UD Ourense empezó a acularse. El Barco amenazaba, es verdad que con tiritos lejanos de Ivi Vales. Currás se dio cuenta que había que sujetar a un rival que tocaba cómodo y metió en el campo a Viti. Con lo que no contaba era con la expulsión de Josu y media hora por delante. Ése fue el principio del fin. Apenas tres minutos después de estar once contra diez, Juanito Bazo cabeceó el empate.

Manolo Pérez, el entrenador visitante, que ya había metido en el campo a Iker Revuelta, giró más la tuerca con Diego Tato. Veía que era ahora o nunca, que la UD Ourense se tambaleaba. Ahora aparecían huecos por todos lados y no había piernas suficientes para taponarlos. El campo se hacía más grande y David Álvarez se dio cuenta, cayó a banda y puso un caramelo en la cabeza de dos compañeros. No acertó el primero, incomodado por Alfredo, pero el rechace le cayó a Iker Revuelta, que tuvo tiempo de controlar y pegar junto al palo.

Imposible ya para la UD Ourense, en la que Germán, con problemas físicos, se arrastró como pudo los últimos minutos. Los últimos arreones rojillos murieron antes de nacer, el Barco se regodeó y tuvo el tercero ante un equipo que ya no podía más.