Desde su último ascenso a Primera División el Celta ha pagado una elevada factura competitiva por las expulsiones de sus jugadores. Este problema no solo le ha impedido concluir un buen número de encuentros en igualdad numérica, con el consiguiente perjuicio en el marcador, sino que a menudo le ha generado secuelas en forma de sanciones por sus protestas a las decisiones arbitrales.

El problema, tan visible en el último lustro, se ha reducido a la mínima expresión esta temporada. Después de 30 jornadas, el Celta solo ha concluido un encuentro en inferioridad numérica por expulsión, con tarjeta roja directa, de Rubén Blanco en el compromiso de la octava jornada jugado en el estadio Gran Canaria ante Las Palmas, curiosamente en el encuentro que el equipo de Juan Carlos Unzué ha resuelto de forma más holgada (2-5). Solo el Barcelona, el Athletic y el Girona siguen en competición sin expulsados, mientras que el Espanyol ha recibido también una sola expulsión, en este caso por doble amarilla de Mario Hermoso.

La única tarjeta roja recibida por el Celta esta temporada contrasta vivamente con las siete que acumulaba el equipo el pasado curso a estas alturas de competición, las cuatro recibidas la temporada precedente o las cinco con que el equipo vigués fue castigado en la campaña de su regreso a la máxima categoría. Hasta la fecha, las dos temporadas con menos expulsiones fueron la 2013-14 y la 20145-15, resueltas a estas alturas con tres tarjetas, el triple, en todo caso, de las que suma ahora el equipo celeste.

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La pasada temporada es la que se lleva la palma, con siete expulsiones. Sergi Gómez fue el futbolista del plantel más expulsado, con dos rojas casi consecutivas, en las jornadas octava y décima, ambas por doble amarilla, ante el Villarreal y Las Palmas. Tras ser expulsado en el Estadio de la Cerámica, del que el Celta salió goleado (5-0), la doble amarilla vista por el central en el estadio Gran Canaria propició que las Palmas empatase en el segundo tiempo un partido que el Celta ganaba holgadamente (0-3) al descanso.

Peor aún le fueron las cosas a los celestes debido a la expulsión con roja directa de Hugo Mallo en Ipurua. Las airadas protestas del capitán al árbitro (al que supuestamente llamó sinvergüenza) le costaron un castigo de cinco partidos que Competición rebajó a cuatro al aplicar el atenuante de arrepentimiento. Mallo ser perdió finalmente tres partidos de Liga y otro de Copa.

Aunque no dejó al equipo en inferioridad, las protestas en el banquillo armero de Sergio Álvarez, que pateó una nevera, le costaron al portero otros dos encuentros de castigo.

Tres célticos más resultaron expulsados el pasado curso. La expulsión de Roncaglia, por doble amarilla, propició la derrota del Celta en San Mamés; Aspas no concluyó el duelo contra el Real Madrid en Balaídos; y Fontás recibió doble amarilla en el empate en Balaídos ante el Espanyol.

En el curso 2015-16, el más expulsado fue Jonny, que no concluyó los encuentros ante el Sevilla y el Betis, aunque fue Fabián Orellana, por sus protestas al árbitro tras ser expulsado en las Palmas, el que se llevó la peor parte: tres encuentros de suspensión, uno por su expulsión y otro por supuestamente decirle al árbitro "qué malo eres".

Más suaves fueron las cosas en los cursos 2014-15 y 2013-14, con tres expulsiones por campaña: Fontás (Villarreal), Orellana (Barcelona) y Planas (Sevilla) tuvieron que abandonar prematuramente el campo en el primero, mientras que Oubiña, Fontás y Charles resultaron expulsados en los compromisos disputados ante el Betis, la Real Sociedad y el Valladolid, respectivamente, la campaña precedente.

El regreso a la máxima categoría en la campaña 2012-13 resultó bastante más movido. Cabral resultó expulsado en dos ocasiones (ante Deportivo y Rayo) y Augusto no concluyó el duelo ante la Real Sociedad, aunque fue la agresión de Iago Aspas a Marchena en Riazor la que costó al Celta el más duro castigo, pues perdió a su goleador durante cuatro partidos con el equipo en puestos de descenso.