La descomunal pegada de Aspas y Maxi Gómez, la mortífera pareja de delanteros del Celta, noqueó al combativo Eibar de José Luis Mendilibar y reactivó al conjunto de Unzué en la carrera europea doblegando a un rival directo tras el reguero de dudas sembrado por el chasco perpetrado el pasado lunes en Getafe. El predador moañés apareció al inicio del segundo tiempo para desatascar un partido que se había enredado en la primera parte y el martillo pilón uruguayo lo sentenció a la contra cuando el cuadro armero, claramente superior en muchas fases del encuentro, se estiró en busca del empate.

El esforzado triunfo rescatado ante un rival directo sitúa a los celestes provisionalmente en la séptima plaza en vísperas de su visita a Montilivi, donde el martes se verá las caras con el Girona en otro duelo clave para sus aspiraciones europea. El fútbol no siempre es justo, pero el Celta tuvo la contundencia y el acierto que le faltó al Eibar para llevarse el partido.

El grupo de Mendilibar salió al campo más enchufado e intenso, presionó alto y acorraló a los celestes contra el portal de Rubén, pero dilapidó ocasiones muy claras y acabó pagando un elevado precio por su indulgencia.

La incisiva entrada en el campo de Emre Mor, que suplió al errático Pione Sisto, resultó clave en la resolución del choque, pues el turco sirvió a Aspas el primer gol filtrando la pelota desde el lateral del área entre tres rivales para que el moañés rompiese el empate inicial atacando con decisión el balón al primer palo. El tanto de Aspas, decimosexto del curso, cambió el semblante al Celta que, a falta de fútbol, manejó con pragmatismo los tiempos y aprovechó los espacios que el cuadro armero fue dejando a su espalda para anotar, en un contragolpe de manual, un inapelable segundo gol que ya no tuvo respuesta.

Nada antes del descanso hacía presagiar tan plácido final. Hasta el intervalo fue el Eibar el que mandó con claridad en el partido. Los de Mendilibar apretaron la salida de pelota del Celta y enseguida rondaron el gol con un remate mordido de Jordan desde el punto de penalti que Rubén atajó con seguridad. Aunque Dimitrovic, el cancerbero armero, evitó poco después que Maxi rematase un buen balón filtrado por Aspas al corazón del área, una inquietante sensación de peligro rondó constantemente el portal de Rubén, que sin embargo apenas recibió castigo entre los tres palos.

El Celta llegó mucho menos, pero tuvo también alguna ocasión clara gracias, como no, a la letal conexión entre el moañés y el uruguayo. Maxi sirvió la pelota a la línea de fondo, Iago la controló y éste se la acomodó a Sisto en el cogollo del área pero, con Dimitrovic vencido, el danés mandó el balón a la grada.

Rebasada la media hora de juego, el Eibar dio una vuelta de tuerca a la presión y se desató en busca del gol. Paulo Oliveira lo rondó en uno de los muchos saques de esquina que botó el Eibar con un remate que salió ligeramente desviado a la derecha del marco celeste. Unos minutos después, fue Kike García el que remató alto un peligroso balón en el área.

Pero la mayor amenaza de los armeros la protagonizó Inui mano a mano con el portero céltico. El japonés recibió libre de marca un centro desde la derecha en la frontal del área chica y, sin pensárselo, de primera, envió el balón fuera rozando la escuadra. Un mala decisión -le sobraba tiempo para controlar la pelota y prepararse el disparo- que pudo cambiar el signo del partido.

Aunque el Eibar dio un par de avisos, el guion del encuentro cambió tras el intervalo con la entrada en el campo de Emre Mor. Aunque al chico le pesa ansiedad de agradar y le cuesta imbricarse en el juego, posee un talento innato en el manejo de la pelota. El turco dio frescura al ataque y puso la dosis de desborde que el Celta necesitaba para salir del atolladero. En una contra conducida por Jonny, Mor se las ingenió para filtrar el balón entre tres defensores hacia Aspas, que atacó la pelota con fe en el primero palo, se adelantó a su marcador e inauguró el marcador con un extraño remate, que desconcertó al portero botando antes de entrar.

El gol no descorazonó al Eibar, que con menos intensidad pero con peligro replicó por medio de Inui, que no tuvo su mejor tarde. El nipón volvió a cortejar el gol en otras dos acciones casi consecutivas, pero desperdició primero un balón en boca de gol y no encontró luego portería disparando desde la frontal.

Con el paso de los minutos, la intensidad del Eibar fue decreciendo y el Celta aprovechó los huecos que le dejó el rival para tomar el mando. El árbitro anuló correctamente un gol por fuera de juego a Sergi Gómez tras un saque de esquina cuatro minutos antes de que Hugo Mallo sirviese en bandeja a Maxi el segundo gol en una contra de libro. Wass hurtó la pelota en el avance armero y se la puso en largo al capitán, que galopó sin oposición hacia el marco de Dimitrovic para asistir al uruguayo, que definió con frialdad y precisión, ajustando la pelota fuera del alcance del portero armero.

El segundo gol, a 12 minutos del final, fulminó al Eibar, que lo intentó por inercia pero ya sin convicción en un inesperado plácido final de partido para los de Juan Carlos Unzué, que se limitaron a controlar daños sin demasiado esfuerzo, aprovechando el exceso de angustia del adversario para conducir sin contratiempos la nave a puerto.

Con el enemigo ya entregado, fundido por la desazón y el esfuerzo, Daniel Wass pudo meter el tercero en un malicioso lanzamiento de falta despejado por Dimitrovic con la yema de los dedos. Demasiado castigo para un Eibar esforzado y agresivo, que volvió a dejar muy buena impresión y se fue de nuevo de vacío de Balaídos.